Jóvenes al día

Una amistad que va sobre ruedas

David Moya perdió sus dos piernas en un accidente de tráfico hace cuatro años. Con la ayuda de sus amigos ha conseguido adaptar su coche de carreras a sus necesidades y continuar su sueño: ser piloto

el 23 may 2014 / 09:00 h.

david-moya David Moya es un joven de 28 años de Villanueva del Arzobispo (Jaén). Hace cuatro años sufrió un accidente de tráfico que le cambió la vida mientras conducía su moto. Perdió el control de ésta y terminó cayendo al suelo. Los quitamiedos le amputaron las dos piernas. «Mi vida cambió un 100%», dice David. Asegura que siempre fue un chico muy activo y lo pasó muy mal cuando se vio postrado. «Tienes que tener mucha fuerza de voluntad para seguir cada día», comenta el joven. A pesar de su juventud, David demostró desde el principio que era muy fuerte. Cuando despertó y vió que sus dos piernas ya no estaban con él, se centró en lo verdaderamente importante: había salvado la vida. «Ha sido muy duro, pero poco a poco he conseguido hacerme a la nueva situación», confiesa. Hoy David lo ha superado, gracias en gran parte a la ayuda de su familia y sus amigos. «Sin ellos no hubiera sido posible», asegura emocionado. Pero David siempre tuvo un sueño: ser piloto de rallies. Pensó que al perder las piernas éste jamás se cumpliría, hasta que un día se convenció de lo contrario. En televisión vio un reportaje sobre el piloto Albert Llovera: a pesar de la minusvalía que sufría era capaz de competir y ser uno de los mejores pilotos de rallies. David no dudó en llamar a sus amigos y contarles que él también iba a hacerlo. Antonio, Jesús, Esteban, Cristóbal y su hermano Alfonso lo animaron desde el primer momento a comprarse el coche de carreras. Con la llegada del coche empieza todo, se ponen manos a la obra para adaptar el coche a las necesidades de David. Desde hace ocho meses están con la remodelación del coche. Se trata de un trabajo laborioso y costoso, sus amigos lo hacen de forma totalmente desinteresada. Cuando el coche esté listo David podrá manejarlo con sus manos, exteriormente nadie notará la diferencia. Denuncia que desde algunas organizaciones no se lo ponen fácil a las personas con su situación. Expone el caso de la Fórmula 1, donde le cerraron las puertas por no tener ninguno de sus modelos adaptados a personas con este tipo de discapacidad. Su vida ha cambiado en muchos aspectos. Antes trabajaba como chapista, ahora estudia para ser administrativo, tiene nuevas expectativas, ve la vida de forma diferente... Comenta que los niños se sorprenden al verlo: «¿Qué te ha pasado?», le preguntan. Él sonríe y les aconseja ponerse siempre el casco. «Más educación evitaría accidentes». David se siente en deuda con sus amigos, está muy feliz. El coche ha levantado su autoestima. No tiene precio el apoyo que recibe, asegura. «Me han aguantado mientras les mandaba cómo hacerlo todo», apunta de forma cariñosa. «Seré el mejor en los rallies», asegura, va a ser su forma de agradecerles la ayuda recibida.

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