Jóvenes al día

Una apuesta escasa por la nueva cantera de investigadores

EXPERTOS EN CIENCIA / A pesar de la importancia de la inversión en investigación para el desarrollo del país, los propios científicos y expertos en la materia critican la precariedad y la falta de financiación por parte del Gobierno, ya que no lo consideran una prioridad en este momento

el 11 oct 2014 / 08:00 h.

600_Imagen 3-_ML_3348Antonio Zurita tiene 24 años y es licenciado en Farmacia por la Universidad de Sevilla (US) desde hace dos años. El pasado mes de septiembre comenzó una beca de Formación para el Profesorado Universitario (FPU) en el departamento de Microbiología y Parasitología de esta institución académica. «Desde cuarto de carrera comencé en el tema de la investigación haciéndome alumno interno del departamento de Parasitología», comenta el farmacéutico. Tras esto, en su último año de carrera se benefició de la beca de colaboración, una ayuda del Ministerio de Educación para jóvenes que quieren iniciarse en la investigación asociada a un departamento. Cuando acabó la carrera tuvo claro que quería seguir con la investigación, aunque señala que para poder hacerlo, hay que tener muy buen expediente académico. «Hice un máster de Biología Molecular y Biotecnología en la US, ya que es un requisito indispensable para poder acceder al doctorado», añade. Una vez finalizado, decidió solicitar la beca FPU para la convocatoria de 2013. Sus propios profesores le aconsejaron que la pidiera para realizar la tesis. Antonio explica que la beca consiste en un contrato de cuatro años para recién titulados (se puede pedir hasta tres años después de haber acabado la carrera). El objetivo de esta beca es que los beneficiarios comiencen sus estudios de doctorado con vistas a ejercer como profesores de universidad. Además, el programa contempla horas de docencia –bien como profesor de prácticas o de teoría– y también nueve meses de estancia en el extranjero. «Nos pagan 1.193 euros al mes durante los dos primeros años, a partir del tercero nos aumentan un poco más la cantidad», explica el estudiante de doctorado. Los requisitos para acceder a la beca FPU son duros, sobre todo por el tema de nota, asegura el investigador: «En la primera fase se tiene en cuenta exclusivamente la calificación global. Tengo un 8,5 de media y entré por los pelos, la nota de corte quedó en 8,4». Explica que en la segunda fase se tienen en cuenta otros aspectos como el grupo de investigación al que pertenezcas, el interés del proyecto que lleves a cabo, el currículo personal o los artículos que hayas publicado. La beca incluye la posibilidad de hacer un intercambio con un laboratorio de otra ciudad de España o en el extranjero, aunque resalta la importancia de realizarlo fuera: «Contemplo la posibilidad de hacerlo en Alemania o Francia, aunque aún no lo tengo claro. Sí sé que será fuera de España». Los idiomas tienen mucha importancia para su profesión, y así lo manifiesta: «Estoy constantemente leyendo artículos en inglés para la tesis doctoral, tienes que estar al tanto de investigaciones de todo el mundo sobre el tema en el que te centres». La remuneración en la profesión, sostiene, está muy mal en este momento: «Se ha recortado mucho y hay poco dinero. Escindir en investigación es un error, ya que la inversión en ésta es proporcional al grado desarrollo de un país». Antonio afirma que en España hay muchos investigadores buenos que se están yendo fuera. Destaca, además, que en muchas ocasiones estos investigadores expatriados crean algo bueno fuera de nuestras fronteras y tenemos que pagar por importarlo: «Estamos sufragando la formación a estas personas, pero al irse fuera tenemos que pagar por sus avances. Esa es la consecuencia de la fuga de talentos y de que en España no se invierta lo suficiente en investigación». Su idea de futuro es permanecer como docente de la universidad: «Cada vez hay menos profesores a causa de los recortes, por tanto desconozco cómo estará el mercado de aquí a unos años». A pesar de saber que en otro país cobraría más y su situación sería diferente, ya que tendría mayores proyecciones a medio plazo, confiesa que se siente afortunado con lo que tiene en este momento. UN SOL ARTIFICIAL. Manuel García tiene 38 años y estudió Física en la Universidad de Sevilla. Para finalizar sus estudios se marchó a Múnich con una Erasmus, allí permaneció 13 años acumulando contratos de becario y de doctorado hasta que se hizo científico titular del Instituto Max Planck de Física del Plasma de esta ciudad alemana: «He estado dirigiendo a un grupo de investigadores allí, y desde hace dos años estoy de nuevo en Sevilla disfrutando del Programa Ramón y Cajal». En la actualidad continúa desarrollando el proyecto que comenzó en Múnich en la Facultad de Física y en el Centro Nacional de Aceleradores de Partículas (CNA) ubicado en la Cartuja. Manuel trabaja en reactores de fusión nuclear: «Estudiamos la energía que producen las estrellas con el objetivo de construir un pequeño sol en la Tierra». Se dedicó a la investigación porque la curiosidad siempre le ha podido: «Quería explicar el porqué de todos los procedimientos y procesos que vemos en la naturaleza, por eso empecé con la física». El camino a esa curiosidad era la carrera de investigador y por eso lo hizo en Múnich, porque se trataba de un centro de investigación único en el mundo. Para dedicarse a la investigación, asegura que hay que estar muy convencido de ello, ya que nadie se mete en investigación para ganar dinero. «La dedicación es absoluta y puedo estar trabajando las horas que hagan falta al día para obtener resultados, pero no me importa porque hago lo que me gusta», resalta firmemente. Desarrollarse fuera de España es imprescindible para promocionarse, asegura este científico: «Tienes que conocer otros ámbitos, otras ideas y otras formas de hacer ciencia para poder desarrollar la carrera de investigador». Los idiomas son también imprescindibles, al menos el inglés, asegura: «Saber comunicarte en inglés es fundamental para desarrollarte en investigación, no vale ser bueno si no eres capaz de comunicarlo en otro idioma para que llegue al mayor número de personas». Para él, España no dedica los mismos presupuestos a investigación que otros países: «El esfuerzo del Gobierno en investigación siempre ha sido muy mejorable. A la situación de crisis en la que estamos se llega por muchos motivos pero también por no invertir en investigación». INVESTIGACIÓN EN LA UPO. Bruno Martínez Haya es el vicerrector de Investigación y Transferencia tecnológica de la Universidad Pablo de Olavide. Para él es indudable que la institución a la que representa apuesta por la investigación: «A pesar de ser una universidad joven estamos arriba en todos los rankings de investigación y formación de investigadores en términos de productividad y eso es un reflejo de la intensa actividad investigadora que venimos realizando». En la UPO tienen como ejes principales de investigación la biotecnología, la salud y el envejecimiento activo además de las políticas de intervención social. Trabajan en muchos proyectos transversales de los que podría destacarse su compromiso con las enfermedades crónicas neurodegenerativas relacionadas con el envejecimiento, la obesidad, la mala nutrición, la falta de ejercicio físico y la marginación social relacionada con la edad. Para el vicerrector, España no está entre los primeros países en materia de investigación, pero sí está cerca de ese nivel: «Estamos en el mismo tren en el que están los principales países en cuanto a investigación e innovación pero tenemos mucho que aprender de nuestro entorno». Subraya que en España falla tanto el volumen de inversión pública como privada: «Hay muchísima actividad investigadora pero eso no es suficiente, falta inversión. Se ha notado mucho la crisis en el tema de las convocatorias que han sido mucho más irregulares». Desde hace un tiempo no se dan becas para la investigación, sino que se hacen contratos: «La ley de la ciencia cambió y elevó las becas a contratos en los que se contribuye a la seguridad social y luego se tiene derecho a paro», explica el responsable de investigación de la UPO. Aún así, plantea que dedicarse al tema de la investigación sin un contrato es complicado: «Lo normal es conseguir un contrato predoctoral y desarrollar una tesis, aunque en la actualidad hay poca oferta y mucha demanda». Añade que es aconsejable cambiar de centro para hacer una estancia a nivel posdoctoral con nuevos contratos y eso puede extenderse durante mucho tiempo hasta conseguir alguna plaza en un centro investigador: «Lo complicado en este momento reside ahí, ya que no se garantiza que un esfuerzo investigador y una producción importante se pueda reflejar en un puesto de investigación o de docencia a largo plazo». «Los jóvenes investigadores no lo tienen nada fácil en la actualidad», destaca Martínez Haya. En el contexto de la Olavide se pueden diferenciar dos tipos de investigadores: por un lado, los más experimentados, dirigiendo proyectos europeos, y, por otro, los jóvenes que se encuentran formándose, que no tienen puesto fijo en la universidad y que se encuentran desarrollando su carrera investigadora. «Esta carrera no está clara, ya que no se está pudiendo convocar plazas permanentes en las universidades o institutos de investigación. Se están formando y no les queda otra que salir al extranjero para seguir formándose en muchas ocasiones con contratos temporales precarios», revela el vicerrector. Es muy difícil conseguir financiación para investigación, ya que según él la financiación se dirige a puestos permanentes. En cuanto a la movilidad en el extranjero Martínez Haya subraya que es beneficioso para un investigador salir de su país y su comunidad para conocer otros modos de hacer ciencia e investigación a la vez que hacer redes de investigación dentro de su misma especialidad. «Todo el programa de investigación europeo se basa en el establecimiento de redes de relaciones para después crear proyectos en otros lugares», plantea el vicerrector. Por otro lado, denuncia que no hay mecanismos de retorno que premien ese esfuerzo en el extranjero: «Cuando un investigador tiene su red de contactos creada, no se le facilita regresar para desarrollar aquí su proyecto. En el extranjero ven que allí hay mejores condiciones y se quedan, pero habría que aprovechar ese valor añadido adquirido fuera». La evolución de la investigación en los próximos años es incierta para Martínez Haya: «Somos conscientes de los esfuerzos que hacen las administraciones en el contexto de crisis, pero da la impresión de que no es la primera prioridad recuperar la inversión en I+D». Confía en que a medio plazo se recupere la cuota de inversión que existía antes de la crisis, ya que para él, ésta es rentable y fundamental para formar a investigadores que después podrán liderar proyectos empresariales que supondrán riqueza para el país.

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