Presos escogidos para que la cárcel arranque. En octubre había 277 internos y cada semana han ido aumentando en dos turnos de 50. La cárcel de Morón de la Frontera funciona a medio gas para comprobar y poner a punto la seguridad y los servicios básicos.
La prisión Sevilla II "está en marcha", según el director, José Vidal Carballo. Para finales de año se espera que alcance la mitad de su ocupación, lo máximo que podrá asumir la actual plantilla, unos 300 funcionarios de los 620 trabajadores previstos cuando esté a pleno rendimiento.
De momento, avanza con paso lento pero seguro para comprobar que todo funciona. Los primeros presos cumplen condena en segundo grado y tienen un perfil de peligrosidad bajo. La mayoría tiene una vinculación familiar en Sevilla. Han llegado desde Málaga, Almería (dos de las prisiones más saturadas), Sevilla, Huelva, Jaén y Granada. Son los encargados de lograr que la infraestructura básica funcione y quienes trabajarán en la cocina, economato o lavandería del centro, además de poner a prueba la organización interna, las dinámicas de trabajo y la convivencia.
La llegada escalonada de presos facilita a los funcionarios la elaboración de los informes sociales, psicológicos y jurídicos. Hay que mirar uno a uno los expedientes para ver quién convive con quién y decidir cómo se les distribuye para evitar, por ejemplo, posibles ajustes de cuentas entre presos que hubiesen tenido rencillas anteriores y ahora se reencuentren en Morón de la Frontera. La prisión se estructura en torno a núcleos autosuficientes, 16 módulos independientes cada uno con 72 celdas y una capacidad total de 2.000 presos. Pero antes de que estén todos, los controles de seguridad tendrán que pasar las pruebas.
Hasta entonces no se pondrán en marcha los programas especiales."Lo mejor es que el interno tenga una buena clasificación interior y a partir de ahí ya empezamos con el tratamiento, que entonces se convierte en el mejor sistema de seguridad", advierte el director del penal, quien describe el objetivo de Instituciones Penitenciarias: que toda la prisión sea un módulo de respeto, con reglas de juego consensuadas con el equipo de tratamiento.
Si hay un módulo libre de drogas, que sea porque los internos lo eligen. Como anunció la Secretaria de Estado de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, la estructura está pensada para reforzar ensayos de reinserción o tratamientos específicos dirigidos a maltratadores o violadores, pero no comenzarán hasta que no haya una población estable.
También incidió en la importancia de los talleres y en "trabajar para aprender un oficio". Una empresa de Morón de la Frontera ya ha visitado la cárcel para intentar sacar adelante un taller de envasado de productos hortofrutícolas. La cárcel busca la creación de empleos, además de formación. Casi todo lo harán los presos, que serán trabajadores en toda regla, remunerados, con alta en la seguridad social y derecho al paro.
En cuanto a la incidencia en la localidad, aún no se ha visto el auge en el empleo que auguraban desde el Ayuntamiento de Morón de la Frontera, que cifraba en unos 600 la creación de puestos de trabajo.
Muchos vecinos incluso critican el emplazamiento de la cárcel, como el panadero Miguel Parrilla, quien asegura que de haberla construido en la Alcoba, el municipio se hubiese beneficiado más, ya que ahora también se encuentra de paso para La Puebla de la Cazalla. La prisión se comprometió a abastecerse en la ciudad, aunque reconocen que algunos servicios los tienen "centralizados" en otros puntos.