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Una cartilla repleta de sueños

Un grupo de voluntarios alfabetiza a quienes no tuvieron la oportunidad de aprender a leer en su infancia.

el 17 sep 2009 / 16:56 h.

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"Me casé cuando era una niña y eso me impidió ir al colegio. Ahora es cuando ha surgido la oportunidad de aprender gracias al apoyo de mi familia". Carmen Ostos es una de las 51 personas que gracias al programa de alfabetización Yo, sí puedo -que impulsan las delegaciones municipales dirigidas por IU- han conseguido aprender a leer y escribir en varios meses.

 

El pasado tres de julio fue el acto de graduación de la primera promoción. Rosa Jiménez, Carmen Ostos o Rosa Ramírez son algunas de las personas que lo han logrado. A través de este programa, una de las cosas que se ha conseguido es que los lazos familiares se hayan visto más reforzados, porque los padres le piden a los hijos que les revisen la "tarea". Muchos de ellos viven lejos de sus hijos y ahora podrán ponerse en contacto con ellos no sólo a través del teléfono sino por cartas o e-mails. No hay que olvidar que en la ciudad de Sevilla, según los últimos datos ofrecidos por la fundación DeSevilla, hay 35.000 analfabetos.

En este proyecto hay que destacar la figura del facilitador. La persona que ayuda a los estudiantes a leer y escribir. El proyecto en Sevilla comenzó con un plan piloto puesto que la idea todavía no se había aplicado en ningún país del primer mundo.

Para testar su viabilidad se comprobó que de 60 personas que iniciaron el proyecto, 25 habían logrado alfabetizarse.

Antonio Ramírez es una de esas personas que ha dedicado su tiempo y esfuerzo a ayudar a los demás. Es un popular vecino del barrio del Cerro del Águila y gracias a su calidad humana ha conseguido que muchos vecinos dejen a un lado las vergüenzas y se hayan puesto manos a la obra. Su mujer Carmen y a su hermana Rosa también han acudido a sus clases.

Dejó de ir al colegio con diez años porque tenía que ponerse a trabajar, pero a los 44 años, este afanado carpintero decidió retomar sus estudios y sacarse el graduado escolar en un centro de noche. "Ahora me siento feliz al poder ayudar a mis amigos".

Rosa Jiménez, madre de seis hijos escolarizados reconoce que ahora se siente más segura. Sin ir más lejos, la semana pasada fue a una entrevista de trabajo y consiguió rellenar sin ayuda los papeles necesarios. Rosa se enteró del programa gracias a la asociación gitana. "Las clases aunque son de dos horas cinco días a la semana se te pasan volando". " Es un método adictivo que engancha".

Todos ellos, con mucho orgullo, relatan la historia de Valle, una mujer de 65 años que aunque al principio no mostró interés, ha conseguido aprender con unas clases personalizadas en su propio domicilio. "Ahora puede empezar a leer las postales que su marido le escribió cuando eran jóvenes", dice Carmen.

El lema "Yo, sí puedo" refleja la reafirmación personal y la constancia que hay que tener en la vida para alcanzar metas, y en sus casos poder alfabetizarse.

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