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Una corona de piedad

El arzobispo Asenjo destaca el profundo significado teológico del rito al coronar a la Virgen de Regla y agradece a la hermandad su participación en el Congreso Mundial de la Juventud.

el 26 sep 2010 / 16:16 h.

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Momento de la coronación por Monseñor Asenjo.

"Coronamos a la Virgen de Regla con una joya material, que ha labrado la piedad de sus devotos, y que quiere ser símbolo de la coronación de María en la intimidad de nuestros corazones como reina y señora de nuestras vidas". Con una homilía densa, de marcado tono teológico, abordó el arzobispo Juan José Asenjo la que ha sido su primera coronación canónica en Sevilla. Sin salirse del texto que llevaba escrito, abundante en citas bíblicas con preferencia hacia el Antiguo Testamento, el arzobispo destacó el "excepcional significado espiritual" del acto litúrgico y profundizó en el papel que la Iglesia da a la Virgen como "la senda por la que Dios se hace presente en nuestra historia, el lugar de encuentro de la humanidad con Dios, el camino más enderezado para llegar a Él".

La Virgen de Regla presidía la ceremonia en el Altar del Jubileo de la Catedral, sobre su paso de palio, luciendo saya y manto de salida de un rojo intenso y con profusión de bordados, a tono con las bambalinas. La dolorosa, iluminada por las luces del templo y por la candelería del paso, cuyas hileras más bajas formaban dos cruces de San Andrés, características de esta hermandad, presentaba una imagen atípica al no lucir corona ni diadema, preparada para recibir la joya labrada para la coronación por los hermanos Delgado. Como adorno llevaba rosas de Inglaterra, grandes y abiertas, de un blanco tenue.

A las 12 en punto, como estaba previsto, y entre repiques de las campanas de la Giralda comenzó la ceremonia, con la entrada solemne de la comitiva de sacerdotes que iban a celebrar la liturgia, encabezados por Asenjo, y entre los que se contaban también el párroco de la capilla de San Andrés -sede la hermandad panadera-, Manuel Campillo, y el delegado diocesano de hermandades y director espiritual de la cofradía, Manuel Soria Campos.

La corona fue transportada en el pequeño paso de la Santa Espina por las cuatro camareras de la hermandad, tocadas con mantillas negras, y seguidas por una religiosa del Pozo Santo en representación de la Infanta Elena, que aceptó el madrinazgo de la coronación pero no pudo asistir. La nota musical la pusieron los cantos de la Coral de la Catedral y la Coral Brahms del Colegio Internacional Europa.

El momento más destacado llegó a las 12.51 horas, cuando el arzobispo ascendió por un lateral de paso de palio, al que le habían quitado un varal para facilitar la maniobra. Colocándose frente a frente con la Virgen de Regla, le colocó la corona y el público rompió en un espontáneo aplauso con el que rompió el protocolo del acto. Las palmas se repitieron instantes después, cuando al cierre de la ceremonia el hermano mayor de Los Panaderos, Enrique Santiago, tomó la palabra para mostrar su agradecimiento a todas las personas que han trabajado para organizar la coronación, incluido el propio Asenjo, al que entregó como regalo y recuerdo de la celebración un pectoral de plata, labrado por los mismos orfebres autores de la corona de la Virgen.

El arzobispo, que en otras ocasiones ha tenido que pagar el precio de tropezar con el protocolo no escrito de las cofradías sevillanas, reaccionó esta vez con reflejos: al recibir el presente no dudó en despojarse con rapidez de la mitra para colocárselo, gesto que el público recibió con un murmullo de aprobación, que se acrecentó cuando Asenjo tomó la palabra para calificar de "precioso" el pectoral y agradecer cálidamente el regalo.

Tampoco olvidó Asenjo agradecer a la hermandad durante su homilía "el ofrecimiento libre y espontáneo" de llevar a la ahora recién coronada Virgen de Regla a Madrid el año que viene, para que participe en el viacrucis de las hermandades del Congreso Mundial de la Juventud. El arzobispo había mostrado su deseo de que hubiese una imagen sevillana en la procesión, pero se topó con la negativa de la Esperanza de Triana y del Cachorro, por lo que el ofrecimiento de Los Panaderos le sirvió para salvar in extremis una situación que comenzaba a abrir una grieta entre las cofradías y Palacio.

Concluida la ceremonia, el arzobispo y el hermano mayor firmaron el acta de la coronación, rubricada también por la concejal de Fiestas Mayores del Ayuntamiento, Rosamar Prieto-Castro, y varios de los saerdotes vinculados a la cofradía. La despedida, ya a las dos de la tarde, fue una Salve dedicada a la imagen con partitura de José Manuel Moya y letra del padre J.G. Quevedo. Después, la junta de Gobierno de Los Panaderos, los celebrantes y los hermanos se abrazaron compartiendo su alegría.

Regreso a su templo

Ya coronada, la Virgen de Regla partió por la tarde de regreso a su capilla de la calle Orfila. Nada más salir de la Catedral y pisar una Avenida de la Constitutción completamente abarrotada, la banda Santa Ana de Dos Hermanas pudo estrenar la marcha Virgen de Regla Coronada, compuesta para la ocasión por su director, José Ramón Lozano.

El recorrido por la Avenida fue temático, ya que la banda de música interpretó varias marchas procesionales dedicadas a las imágenes de la Semana Santa que han sido coronadas, como Coronación de la Macarena.

El palio estaba adornado por rosas traídas de Inglaterra de color blanco tenue, muy abiertas y redondeadas, jalonadas por lisianthus y spider, éstas de un blanco inmaculado.

La hermandad no se apresuró en su recorrido de vuelta, que fue parsimonioso como el de ida: el palio, que salió con retraso, tardó una hora y media en recorrer tan sólo el trecho que lo separaba de la Plaza Nueva, quizá precisamente por la elevada afluencia de público, que fue aumentando a medida que la procesión avanzaba.

La Virgen de Regla se detuvo en el Ayuntamiento, donde el alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, le entregó una ofrenda floral. A su lado estuvo la concejal de Hacienda, Nieves Hernández, cuyo padre fue hermano mayor de Los Panaderos.


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