La decisión de un juez de retirarle la custodia de su hija de nueve años a una mujer de Dos Hermanas y entregársela al marido, condenado por malos tratos a su mujer a cumplir una pena de un año y nueve meses de cárcel ha suscitado una perplejidad general de la que no ha sido ajena la Junta, que ha calificado la decisión de "incomprensible".
En un caso como el que nos ocupa hay que extremar las cautelas y evitar las visiones maniqueas de buenos y malos a la hora de enjuiciar los fallos judicales, pero es difícil no sumarse a la sorpresa por la decisión del juez. María entregó el miércoles a su hija a su ya ex marido en cumplimiento de una sentencia, dictada el 27 de febrero de 2008, por la sección segunda de la Audiencia Provincial de Sevilla. En el fallo se subraya que María estuvo cinco años impidiendo de manera "contumaz, persistente y reiterada" cualquier tipo de relación de la menor con su padre y concluye que el padre está plenamente capacitado para ostentar la guarda y custodia de la hija "en un entorno sociofamiliar adecuado para el desarrollo psíquico, educacional y afectivo de la misma".
Pues bien, el mismo hombre que demuestra esa capacitación y entorno adecuado es el mismo que un mes después es condenado por la sección cuarta de la misma Audiencia Provincial por un delito de maltrato habitual al entenderse que queda acreditado que sometía a su esposa "a un continuado y permanente trato violento" en virtud del cual fue vejada, humillada y agredida hasta el punto de que sufrió los síndromes depresivos y de ansiedad propios de las mujeres maltratadas. ¿No se tomó en cuenta este proceso por maltrato a la hora de quitarle la custodia a la madre? ¿no sirvió de atenuante lo que había sufrido en su matrimonio? Son dudas más que razonables que la Justiica debería explicar y, si lo estima oportuno, revisar para arreglar un conflicto terrible que al final pagará una niña que tiene solo nueve años.
