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Una devoción en plena canícula

Ni la alerta por calor pudo con el deseo en muchos puntos de la provincia por ver a sus imágenes.

el 15 ago 2011 / 20:31 h.

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La Virgen de la Mesa de Utrera recorrió las calles de la localidad.

La provincia de Sevilla se envolvió en su jornada más mariana y dejó, en medio de la canícula del puente de agosto, las playas para otra ocasión. Ayer, tocaba mostrar la devoción por las imágenes que salían desde Constantina, Utrera o Mairena del Alcor hasta Cantillana y Alcalá de Guadaíra, las últimas que se mostraban antes sus vecinos y paseaban por sus calles.

Utrera es un buen ejemplo de madrugar en este día de la Asunción. Allí cuenta la tradición que, de tres deseos que se le pide, la Virgen de la Mesa concede al menos uno. Es el rito que se produce cada 15 de agosto, a las nueve de la mañana, cuando esta imagen sale en procesión desde el templo que lleva su nombre.

Un año más, como si el tiempo se detuviese, la historia volvió a repetirse. El día de la Asunción, en Utrera todos los caminos llevan a Santa María. Ríos humanos recorren las calles del casco histórico de la ciudad para llenar el porche que antecede al principal templo del municipio. Como siempre, absolutamente abarrotado, numerosas personas esperaron a ver a la Virgen pasar bajo el dintel de la puerta. El repique de campanas y los sonidos de la Asociación Musical Utrerana acompañaron una procesión con más de cinco siglos de historia, e igual vitalidad que entonces.

Nardos y jazmines integraron el ramillete que portó la imagen esta vez en sus manos. Junto a estas flores, y los gladiolos del paso que en esta ocasión llevaron costaleros de la hermandad de los Aceituneros, la Virgen lució numerosas joyas, en una jornada de agosto resplandeciente. Las cofradías pertenecientes a esta parroquia, además de los sacerdotes del templo y la mesa permanente del Consejo Local de Hermandades y Cofradías, integraron un cortejo que recorrió el entorno de la iglesia. Con más celeridad que otros años -en apenas 40 minutos ya estaba de regreso-, el desfile estuvo acompañado en todo momento por personas que no quisieron perderse la cita con esta histórica tradición.

Así pasó en muchos municipios hasta que los últimos rayos de sol cayeron sobre la puerta del santuario del Águila. En ese momento, la patrona de los alcalareños, la Virgen del Águila, salía a reencontrarse con sus fieles envuelta en un caluroso aplauso, casi tanto como la temperatura que hacía, pese a que ya caía la tarde. Fue el inicio de una procesión que congregó a miles de devotos llegados incluso de sus lugares de vacaciones para arropar a su patrona hasta medianoche.

La procesión fue el culmen de una jornada que comenzó a primera horas con la función principal que, como es tradición, no se ofició en la ermita sino en el exterior del templo para dar cabida a los cientos de alcalareños que allí se reúnen. Después, el Santuario se convirtió en centro de peregrinación de miles de personas, muchas de ellas portando nardos y jazmines en la mano para ofrecérselos a la Virgen.

Como manda la tradición, a las 21.00 horas comenzó la procesión. La luz tardía iluminó el bello rostro de la Virgen que inició su recorrido por el centro. Esta fiesta no deja de ser el punto de encuentro de muchos alcalareños que durante el año residen fuera pero que cumplen con esta cita. Incluso son muchos los que regresan de sus lugares de veraneo sólo para verla. Esta vez, vieron además cómo la patrona era portada por los costaleros de la Virgen del Dulce Nombre, en un hecho histórico y, a su vez, una fórmula que pretende reforzar la unión de la patrona con Alcalá.

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