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Una equis apellidada Carrillo

Érase una vez un hombre apellidado Carrillo, de porte y sapiencia intelectuales, escritor de propensión esotérica, de buena retórica y sobrados conocimientos urbanísticos y, sobre todo, de gran influencia entre los suyos, y por suyos cabe entender a la familia municipal socialista, comenzando por el alcalde, que hasta hace bien poco le tenía por uno de sus más íntimos. Foto: Pepo Herrera

el 15 sep 2009 / 10:57 h.

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Érase una vez un hombre apellidado Carrillo, de porte y sapiencia intelectuales, escritor de propensión esotérica, de buena retórica y sobrados conocimientos urbanísticos y, sobre todo, de gran influencia entre los suyos, y por suyos cabe entender a la familia municipal socialista, comenzando por el alcalde, que hasta hace bien poco le tenía por uno de sus más íntimos.

Ese hombre de nombre Emilio, algo cansado de la inercia del poder y quizás de los excesos de confianza en las decisiones adoptadas, decidió un buen día, tras el trágico y controvertido atropello de una mujer en la avenida de Hytasa, dar un golpe de timón y comprometer su lealtad para con el alcalde ante la inminencia del congreso provincial socialista. En vez de alinearse con los de siempre, se congració con la otra parte de la familia, la que controla la provincia y le disputa el poder internamente a Monteseirín. La herida se abrió y ha seguido y sigue supurando.

Para taponar la arteria, el alcalde ha estado durante el verano rumiando la remodelación de su Gobierno (el cuerpo lacerado), la misma que muy probablemente dará a conocer en unos días.

Oficiosamente ya se han avanzado los detalles clave del proceso -que Gómez de Celis, su otra mano derecha, será ahora también la izquierda al asumir, además de Presidencia y el Grupo Socialista, Urbanismo; y que Nieves Hernández dejará Convivencia y Seguridad (en beneficio de Alfonso Mir) para ocuparse de Hacienda-. Pero entre las equis por despejar resta una muy peliaguda: cómo taponar el boquete de confianza causado por la decisión de Carrillo. Y volvemos a la herida.

Diagnostiquemos

Carrillo ha puesto de su parte, pero no toda la parte que le habría gustado al regidor. Ha dimitido como concejal de Urbanismo, pero no tiene intención de renunciar a su acta de concejal. Así de claro. Más aún: no renuncia a jugar un papel específico en el Ayuntamiento, ofreciéndose como bisagra (¿puntos de sutura?) al alcalde entre los elementos críticos o monteseirinistas y los vieristas del Gobierno, con los que Carrillo inició una nueva relación para sorpresa de los primeros.

El alcalde, médico de profesión, conoce el diagnóstico. Le falta aplicar el tratamiento curativo para restablecer a su Gobierno. Para ello, lo primero es dilucidar si le mantiene como portavoz adjunto del Grupo Socialista en el Ayuntamiento, un cargo que, obviamente, comporta un alto nivel de confianza y lealtad que, a día de hoy, con lo sucedido, difícilmente es posible de digerir sin un combinado de hipocresías y recelos.

Y dado que en ese seno se debaten estrategias muy de dentro, sonaría a mitología griega -vamos, a aquello del caballo de Troya- el tener a una persona en cierto modo non grata en tales lides.

Mas si el alcalde le despoja de esta portavocía adjunta, hay otro problema, y es que un concejal no puede quedar como florero por mucho que se le quiera desactivar, y menos uno del peso específico del que ha gozado Carrillo. La situación sería demasiado gravosa.

¿Pero hay sitio donde reubicarlo, hay otras funciones o carteras que encomendarle? ¿Y no se ha molestado ya bastante al nuevo tridente formado por Celis, Nieves Hernández y Mir, que han aceptado sus reubicaciones a regañadientes? Emilio cree que sí hay sitio para él, que puede ser útil entre líneas, de mediocentro a su aire, de enlace entre unos y otros como coordinador interconcejalías. Y así se lo ha transmitido a quien corresponde. ¿Se lo permitirá Monteseirín? ¿Ha sido algo pactado con Viera, quien tras ganar por goleada el congreso provincial de julio anunció que a vueltas del verano metería la mano en el Consistorio para enderezar el rumbo socialista, a la par que se acabará cobrando el martes el cargo de Demetrio Pérez, su fallido oponente, aunque no su salida de la Junta?

Los diagnósticos médicos están sobre el tapete, al igual que las recetas para sanar al enfermo de lo que cada cual cree que adolece. Como en el clásico de Shakespeare, los Capuletto y los Montesco socialistas aguardan el desenlace, y la prensa, y con ella la ciudadanía, también.

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