Cofradías

Una estrella celeste sobre el río

Morón de la Frontera cruzó este mediodía el río por Coria para adentrarse en el camino de yunta y arenas.

el 14 may 2013 / 19:58 h.

Sentada sobre una piedra de la orilla, Manmen otea el horizonte con la mirada puesta en las barcazas que van y vienen por el Guadalquivir trayendo carriolas: “La mía ya ha pasado. Me da un poco de miedo verlas cruzar porque me parece que se va a volcar una y va a ir todo al agua”, reconoce mientras ayuda con gestos a las maniobras de tractores y carros al tomar tierra firme. rocio-moron-02Una a una va explicando las familias a las que pertenecen. Esta es de Manuel Cabrera... La otra de... E incluso destaca sus equipamientos: “Esa tiene hasta hilo musical, campana extractora, dispensador de gel en la ducha...”, relata con orgullo mientras confiesa que la hermandad de Morón de la Frontera es “una gran familia”. Todos se conocen, todos se ayudan e, incluso, todos compiten de manera sana por ver quién monta primero la mesa al llegar a la parada para invitar a los demás. “Somos gente humilde, gente trabajadora que nos cuesta todo esto pero que lo sentimos de verdad. No llevamos jamón, pero no nos falta un buen puchero y croquetas, qué para eso llevamos muchos meses congelando comida y casi todo el año echando monedas de dos euros en una hucha”, descubre su receta anticrisis esta rociera que no ha faltado a su cita con la Blanca Paloma en la última década. No va sola. Junto al río le acompaña un diminuto peregrino –también algo revoltoso– que luce en su polo blanco las huellas de todo un día de camino. Madre e hijo se levantan como un resorte al divisar los destellos de la carreta de plata entre la espesa arboleda de la ribera de enfrente. “¡Mira, Pablo, ahí está nuestra estrellita celeste!”, exclama en clara alusión al peculiar bordado que tiene el Simpecado de esta filial número 106 que, a eso de las cuatro de la tarde, sube a la barcaza coriana. Es la hora de iniciar “el camino de verdad” y de dejar la carretera que han recorrido desde su salida. De hecho, la yunta se engancha poco antes de llegar al río, como aclara el maestro del tiro de la carreta, Manuel Villegas. “Ahora empieza la guerra, la batalla fuerte”, dice mientras trata de conducir la fuerza de Discutido y Españolito, dos astados que conocen bien la barca: “Es una yunta segura, llevan seis años haciendo este trayecto”, tranquiliza este reconocido boyero. Precisamente, detrás, entre el barullo de gente que sigue la carreta, va el hermano mayor. Manuel Solano conoce bien cada puntá del Simpecado, así como cada uno de los pasos que van de Morón a la Blanca Paloma. Los que se dan por Coria, asegura, son “muy emotivos”, pues está el saludo a la Virgen de la Estrella en la parroquia y, ya, por la tarde, La Puebla del Río... Solano avisa de que el viernes esperan la jornada “más dura”, pues hay que levantarse “a las cinco de la mañana” para estar por la tarde en la puerta del santuario en las nuevas presentaciones. Allí estarán Manmen, Pablo y todos los que siguen la luz de “la estrellita celeste” de este Simpecado.

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