Cultura

Una extraterrestre en Los Corrales

La localidad celebró sus 32 ediciones del festival con un cartel interesante.

el 15 ago 2010 / 19:48 h.

El Festival Flamenco de Los Corrales, la localidad de la Sierra Sur de Sevilla, la patria chica de la cantaora y cantante Ana Reverte, podría mejorar en algunos aspectos, pero año tras año descubrimos sobre el terreno que no es nada fácil. Son ya 32 ediciones y continúa teniendo los mismos defectos de siempre.


Hay uno que no es fácil de corregir: el público es demasiado hablador y ruidoso. Es una pena, porque el recinto donde se celebra el festival, el patio del Colegio San José de Calasanz, es muy cómodo y caben muchas personas, y el Ayuntamiento se esfuerza cada año en componer un cartel interesante.


Con todas las sillas ocupadas, unas 400, el festival comenzó con una hora de retraso porque hubo que esperar a que acabara una boda, con idea de meter a más público. Peor hubiera sido que se hubiera celebrado el casamiento en el mismo recinto donde tuvo lugar el evento flamenco.


Con ese retraso, el primero en cantar fue el gran aficionado Inhibí de la Jara, un cantaor con un gran metal de voz que lo mismo recuerda al de Mairena que al de Caracol. De hecho, cantó la soleá charamusquera de Mairena y algunas zambras del genio de la Alameda. Me encantó su guitarrista, Paco Mora, por su sabor añejo. Le siguió Kiki de Castilblanco, un cantaor poderoso que, acompañado muy bien por Manolo Flores, dejó unas granaínas de bella factura y algunos fandangos espectaculares, que el público agradeció puesto en pie.


Con el respetable ya calentito y muchos niños correteando por el patio del colegio se plantó en el escenario la artista local Ana Reverte, con su guitarrista Antonio Gámez. Esta mujer lleva toda su vida reñida con el duende flamenco, pero es artista, domina el escenario y tiene mucha psicología. Sigue destacando en los cantes de ida y vuelta, aunque cuajó una buena malagueña de La Peñaranda. Lo mejor, sin duda, esa milonga que dedica a su pueblo; lo peor, que cantara entre el público a lo Bisbal. Menos mal que llegó luego un vendaval gitano de Jerez, Vicente Soto, algo acelerado pero cargado de duende y compás.
Con la buena guitarra de Miguel Salado, el hijo del Tío Sordera se dejó el alma en unas impresionantes seguiriyas jerezanas del Marrurro, para acabar con unas bulerías que hicieron bailar a los conejos del monte.


Dormidos andarían ya cuando le tocó el turno a la joven cantaora local Laura Ríos, de gran carisma en el pueblo y muchas ganas, que tendrá que seguir preparándose si quiere llegar a ser una buena cantaora. Como, por ejemplo, la onubense Rocío Márquez, triunfadora de la noche según mi criterio y, desde luego, el del público.


Acompañada magistralmente por un guitarrista de lujo, el jerezano Alfredo Lagos, deslumbró con su fantástica voz de cristal de Bohemia y una manera de cantar que embelesaba. Maravilló con sus alegrías, tangos y fandangos de Huelva y el Carbonerillo, además de por su belleza y simpatía. Es una extraterrestre, sin duda. Su voz no es de este mundo.

  • 1