Una jornada espléndida e histórica

La Virgen de Consolación de Utrera acoge un pontifical por el medio siglo de su coronación

el 01 may 2014 / 22:43 h.

15707961El 1 de mayo de 1964 pasó a la historia de Utrera con letras doradas. El entonces cardenal, Bueno Monreal, coronó canónicamente a la Virgen de Consolación, un acontecimiento del que ahora se cumple medio siglo, y que la ciudad utrerana viene recordando estos días. El principal acto de los programados se desarrolló ayer, cuando la patrona presidió una misa pontifical en el mismo lugar en que fue coronada hace cinco décadas. A ello se unió una procesión de regreso a su santuario, donde volvió tras haber estado protagonizando un triduo itinerante que le ha llevado a visitar numerosos barrios y templos. El calor fue el principal tema de conversación ayer cuando, minutos más tarde de las seis de la tarde, daba comienzo la eucaristía en la plaza del Altozano. El arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, presidió esta celebración religiosa en la que ensalzó la realeza de María y animó a tener a la Virgen de Consolación como referente. En unos tiempos de «desvanecimiento de los valores morales», el prelado puso de ejemplo a María «como garantía segura de victoria. María es la senda por la que Dios se hace presente, es el camino más corto y más derecho para llegar a Él». Haciendo un paralelismo con la efeméride que Utrera está celebrando, Asenjo invitó «a coronar a la Virgen en vuestros corazones». Tras recordar que la ciudad está viviendo un Año Jubilar concedido por el Papa Francisco con motivo de este aniversario, dijo que «poner a María en el corazón es avanzar por el camino de reconciliación y de gracia». El coro Siarum puso el acompañamiento musical a esta celebración religiosa, en la que también pudo escucharse a Enrique Montoya Candela interpretando una plegaria en honor a la patrona. Esta eucaristía llegó tras el traslado previo de la patrona utrerana desde la parroquia de Santa María de la Mesa, templo principal de la ciudad donde el miércoles por la noche llegaba a su fin el triduo itinerante. El repique de campanas y 21 salvas reales en su honor recibieron a la Virgen, que caminó por estas primeras calles entre los cánticos de la escolanía de la catedral de Huelva, dirigida por el utrerano Alfonso Peña. La Virgen lució el manto y la saya del siglo XIX que llevó en 1964, así como el famoso barquito de oro y cristal de roca. A ello se unió, evidentemente, la presea de la coronación, conformada por dos kilos de oro, 200 brillantes, 30 esmeraldas y una gran perla, donados por el pueblo de Utrera hace 50 años. Una veintena de hermandades –de Utrera y fuera– acompañaron a la del barquito en la mano, junto a autoridades civiles, militares y religiosas. Al término de la eucaristía se descubrió el azulejo que recuerda el cincuentenario de la coronación canónica de la Virgen, algo que vino acompañado un bombardeo de cohetes, lanzados desde el castillo. A partir de entonces, el pueblo acompañó a su patrona por calles como Cristóbal Colón o Virgen de Consolación, especialmente exornadas para la ocasión, y en las que hubo petaladas y cánticos en su honor. Ya de regreso en su santuario, se encendieron unas luces en el paseo de Consolación, con la silueta de la patrona, que permanecerán iluminadas hasta el domingo.

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