La Secretaría General del Ayuntamiento de Sevilla ha dictado esta semana un informe relativo a la licencia de ocupación concedida al Consejo de Hermandades y Cofradías para la instalación de la Carrera Oficial en esta pasada Semana Santa como mínimo sorprendente. El documento sostiene que el Consejo no remitió al Ayuntamiento el informe en el que se recogen las garantías para el cumplimiento de las medidas de seguridad pertinentes y concluye que no se le debió dar la licencia para poner las sillas y los palcos. El Consejo llegó a presentar en tiempo un proyecto que recogía las cuestiones relativas a la seguridad en la Carrera Oficial, pero se ceñía a la zona de la tribuna de los palcos y los técnicos lo consideraron insuficiente. Sin embargo, la Comisión Ejecutiva de la Gerencia de Urbanismo terminó por darle la licencia de ocupación el Viernes de Dolores, a sólo dos días del inicio de la Semana Santa y con el voto en contrario de Izquierda Unida. En un asunto de tanta sensibilidad como el de la seguridad hay que evitar cualquier tentación de alarmismo. La supuesta irregularidad en la concesión de la licencia de ocupación de la Carrera Oficial por parte del Ayuntamiento no implica que indefectiblemente se haya producido un problema de seguridad en los palcos y sillas. Pero el que se evite por todos los medios insuflarse unas dosis detremendismo a la información no significa que los ciudadanos tengan que ponerse una venda en los ojos y piensen que no pasa nada porque haya podido faltar un papel de Urbanismo. Sí que ocurre. Las sillas y palcos son ocupadas los siete de la Semana Santa por casi 32.000 personas. El Consejo de Hermandades está obligado a presentar los preceptivos informes sobre la seguridad de las estructuras que monta en la Carrera Oficial y el Ayuntamiento está igualmente obligado a darle la licencia de ocupación sólo en el caso de que cumpla con la reglamentación. Lo demás son ganas de hacer mal las cosas.
