Una llave de esperanza

Félix y Luisa Lobato apostaron por recuperar una casa en ruinas en la parte alta de Gerena para crear un espacio alternativo desde donde se proponen dinamizar la vida de los vecinos.

el 17 mar 2014 / 22:26 h.

Luisa Lobato decidió hacer el camino inverso al que hacen otras muchas personas. Dejó un trabajo y la estabilidad que había logrado después de dieciséis años ganándose la vida fuera para regresar a su casa, en la Sierra Norte de Sevilla, y emprender una aventura empresarial en Gerena. Esta vecina, nacida en Guillena, extraña ahora la libertad de su etapa en Londres y sus viajes por Europa, así como los tiempos que marcan las grandes urbes, frente al remanso de los pueblos pequeños. Sin embargo, se reafirma en su decisión de apostar por emprender en ese proyecto que tenía en mente. esperanza-gerenaDespués de 23 años viviendo en Gerena, su hermano Félix se había quedado en el paro. Luisa, desde Londres, vio que vendían una casa en ruinas, y no lo pensó dos veces. «Me encantan las antigüedades y la casita me atrajo desde que la vi, así que invertí un dinero que tenía ahorrado para comprarla con la idea de recuperarla». En la parte alta de Gerena, a pocos metros de la Parroquia de la Purísima Concepción y de la antigua ermita de Santa María y San Sebastián, hoy capilla de la Soledad, no había hasta entonces ni un bar, explican los hermanos, que desde noviembre del año pasado regentan el primero, con el nombre de La Llave. «Este bar se está haciendo peculiar porque acuden personas muy reivindicativas, y se está convirtiendo en un espacio de encuentro donde se comparten proyectos nuevos en el pueblo como una asociación de mujeres emprendedoras o la puesta en marcha de un mercadillo de trueque donde la gente pueda intercambiar cosas que ya no necesite por otras sin necesidad de tener dinero», explica Luisa. Una serie de fotografías creativas –con las canteras y el callejero de Gerena como protagonistas– se muestran en exposición sobre uno de los muros de este establecimiento. Por iniciativa de dos amigos, Felipe y Miriam, las imágenes expuestas se renuevan cada dos semanas. Para aprovechar el espacio y concebirlo con una impronta propia, Félix puso a prueba sus habilidades con la madera, creando los estantes para las bebidas, y Luisa se empleó a fondo en su pasión por las antigüedades, junto a su cuñada, Loli Núñez, tratando de conservar en esencia la imagen de esta vieja casa que le cautivó desde Inglaterra. «Te has venido a España en el peor momento, me repetían hace un año cuando aterricé», dice Luisa desde el umbral del local que da a la calle de la Iglesia, y añade que volvió para aportar su grano de arena. «Tratamos de apostar, tanto para la reforma de la casita como a la hora de hacer la compra de las cosas que necesitamos para el bar, por la gente del pueblo, así invertimos aquí y la otras personas pueden salir también del bache». Aunque asentado sobre unos cimientos viejos, este espacio no ha llegado a encerrarse en los muros de una casa; por contra, se abre a la interacción con la ciudadanía a través de las redes sociales. En la página que Félix y Luisa crearon en Facebook no faltan algunas referencias y comentarios escritos en inglés, entreverados con sugerencias gastronómicas, y con fotografías de las actividades que se llevan a cabo en el municipio, como el Viacrucis de la semana pasada, o los ensayos de los costaleros en este tiempo de Cuaresma previo a la Semana de Pasión. Tratan de mantener una agenda propia, con actividades para involucrar a los vecinos. Algunos fines de semana, la música acompaña las conversaciones de los noctámbulos. En otros puntos de Gerena, unos carteles anuncian una actividad que les llena de manera especial, y que llevarán a cabo por primera vez el día 30 de marzo: un mercadillo de trueque infantil. La idea, cuenta Félix, es que los más pequeños tengan su propio puesto e intercambien juguetes que ya no usan por otros. Un ramo de flores del campo da colorido en las rejas de la única ventana de la fachada, y las sillas metálicas de un antiguo cine de verano vuelven a tener uso junto a unas mesas de feria plegables, protegidas por hules de tonos vivos. De las maderas que configuran un sencillo artesonado en el techo, cuelgan decenas de llaves antiguas que en otros tiempos abrieron la puerta a nuevos espacios. Ahora ilusionan a esta familia, convencida de que con La Llave han abierto una puerta para la esperanza y para avanzar en la salida de la crisis.

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