Cultura

Una máquina de bailar muy bien engrasada

De casta le vino a la sueca Robin Miriam Carlsson (Estocolmo, 1979), hija de actores, la vena artística. Su primer salto a los escenarios se produjo a los nueve años, actuando como figurante en una obra de teatro.

el 15 sep 2009 / 11:40 h.

De casta le vino a la sueca Robin Miriam Carlsson (Estocolmo, 1979), hija de actores, la vena artística. Su primer salto a los escenarios se produjo a los nueve años, actuando como figurante en una obra de teatro. Y tanto gustillo debió de cogerle a eso de las tablas, que a día de hoy sigue sin separarse de ellas. Descubierta por la célebre cantante pop sueca Meja durante una visita de ésta a su colegio, Robyn empezó muy pronto a escribir sus propias canciones, y un par de apariciones televisivas bien buscadas hizo el resto para que se empezara a hablar en serio de ella.

Robyn is here [Robyn está aquí] fue el rotundo título de su debut discográfico de 1995, pero no sería hasta un par de años más tarde cuando terminara rompiendo su propio techo con sus dos primeros éxitos indiscutibles, Do you know (What it takes) y Show me love, éste último incluido por cierto en la banda sonora de la exitosa cinta de Lukas Moodysson titulada Fucking Åmål (1998).

Para entonces, su reconocimiento en Reino Unido había ya alcanzado cotas más que considerables, sobre todo a partir de la afortunada salida a la luz de su sencillo With every heartbeat. Su segundo disco, My truth (1999), vino acompañado por una intensa actividad filantrópica por parte de la cantante, que fue nombrada embajadora de UNICEF y visitó Kenya y Tanzania, entre otros países, a lo largo de dos años de trabajo para dar ejemplo y llamar la atención sobre las acuciantes necesidades de los niños africanos.

Tras la aparición, llena de controversias con su compañía de entonces, del disco Don't stop the music (2002), Robyn decide romper con todo y crear su propio sello discográfico, Konichiwa Records. Esta nueva empresa va acompañada de un cierto giro de su sonido hacia una vertiente más electro-pop, y la primera prueba -superada- será la grabación de un tema con título bien madonnero, Who's that girl?, que vino seguido del igualmente popular Be mine!.

El cuarto disco de estudio de la artista, sucintamente titulado Robyn, trepó en seguida hasta el número uno de las listas de ventas suecas, y con su single With every heart, también hasta lo más alto de las listas británicas y australianas.

Tampoco Estados Unidos se le ha resistido, incluso poniéndose en un segundo plano, como cuando hizo coros en el single Piece of me, que ella escribió pero que fue interpretado por nada menos que Britney Spears, o intervino en el remix de Sexual Eruption de Snoop Dogg.

Robyn destila pop por los cuatro costados, y une una voz muy melódica, grata y apta para todos los públicos con una base instrumental muy sólida que obliga a mover el esqueleto a cualquiera que arrime el oído. La rubia máquina de bailar made in Sweden viene dispuesta a hacerse también un nombre en España. Cualidades no le faltan.

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