Una Magdalena pelirroja y reflexiva esboza una sonrisa mientras San Juan consuela a la Virgen extendiéndole su mano por la espalda. La hermandad del Sol ha reinventado la Sacra Conversación, una iconografía perdida en Sevilla hace casi un siglo, que se estrena el próximo Sábado de Pasión y espera a ir a la Catedral en 2010.
Hasta en esto han querido ser diferentes. La suya no es una Sacra Conversación (dolorosa bajo palio en compañía de San Juan y la Magdalena) al uso, como la que testimonian las fotos en blanco y negro del palio del Valle o las litografías de la Virgen del Loreto o la Exaltación. "Recuperamos la iconografía pero sin reproducir modelos vigentes más al uso", aclaraba ayer el hermano mayor, Francisco Javier Parrado durante la presentación del conjunto escultórico en la Parroquia de San Diego de Alcalá.
A diferencia de los referentes que vagan en la memoria de los más mayores, aquí el discípulo amado se mantiene a la izquierda de la Virgen, rompiendo así con el protocolo litúrgico que lo sitúa en la derecha, como el Valle. No es la única novedad. El San Juan tallado por José Manuel Bonilla Cornejo, autor también de la dolorosa y de la santa mujer, aparecerá en el palio totalmente girado hacia la Virgen del Sol, en una actitud dialogante y arropándola con su mano izquierda, echada sobre el manto de la dolorosa. Un gesto poco visto en la imaginería procesional de la Semana Santa de Sevilla.
Risueña. En el lado derecho se sitúa la Magdalena, que, en esta "escena de duelo" -como la definió Bonilla-, medita sobre el dolor de la muerte, aunque tiene un mensaje oculto: "Está expectante ante lo que se avecina, la Resurrección del Señor", afirmaba Parrado en su discurso de presentación, mientras aludía a la mueca que la imagen esboza una leve sonrisa en los labios.
Para su concepción, Bonilla ha querido plasmar las distintas visiones de la Magdalena, desde la mujer hospitalaria que está al pie de la cruz y en la Resurrección a la mujer adúltera, cortesana de la vida pública y que unge con perfumes los pies de Jesús. "La tradición ortodoxa la sitúa junto a María y el discípulo amado en su retiro a Éfeso, pero el cristianismo occidental la lleva al final de la Edad Media al sur de Francia donde se despoja de su riqueza de mujer de la vida pública y la encontramos en la faceta de penitente, con la cruz en la mano y el cráneo (símbolo de la muerte) en el suelo", explicó Bonilla, quien remarcó que fue el Papa Gregorio en el 591 la unificó como mujer pecadora.
De ahí que su creador haya optado por el pelo pelirrojo recogido a la altura de la nuca, un color relacionado con el oficio de meretriz y símbolo del diablo según la tradición pictórica (Tiziano, Rubens, Duque Cornejo). Dos lágrimas, una por mejilla, recorren su tez, inspirado en una sobrina de Bonilla.
Tributo a los difuntos. Exornada con suntuosas joyas, un pañuelo en la mano derecha y con el cáliz a los pies, porta en su fajín una tarjetera del siglo XVIII que perteneció a la familia de Maximiliano de Austria, y que al igual que la cruz pectoral y aureola de San Juan, ha sido donada por la familia Aguilar-García de Pesquera. En la tarjetera irá un pergamino con los nombres de los difuntos de la cofradía y de la feligresía de todo el año. La escena la remata la Virgen del Sol, que sacará ráfaga "si está terminada". La ciudad recupera en el Plantinar un misterio añejo y netamente sevillano, que el próximo año espera entrar en la nómina del Sábado Santo.