Desde su apertura hace 15 años, Isla Mágica ha augurado año tras año su salida de los números rojos, y ha previsto que en la temporada siguiente podría dar beneficios. Nunca ha sido así. Los intentos de reflotar el parque han sido muchos y variados, incluidas quitas de deuda y ajustes laborales, pero la losa financiera e ingresos demasiado ajustados han impedido que la montaña rusa llegase nunca a elevarse por encima de sus deudas.
El recinto se ha convertido en referente para el turismo de Sevilla, llegando a generar unos ingresos indirectos estimados de 50 millones de euros en alojamiento, manutención y otros gastos de los visitantes que llegaban a Sevilla atraídos por Isla Mágica, pero no ha conseguido ser viable. Las pérdidas han rondado los 2 o 3 millones de euros cada año, y en escasas excepciones han descendido del millón. Ocurrió por ejemplo en su décimo aniversario, cuando se miraron con optimismo unas pérdidas de 791.000 euros que parecían pocas frente a los 2,4 millones del año anterior, 2005.
Pero justo a continuación, los últimos intentos de rentabilizar el parque, exprimiendo los usos urbanísticos que el PGOU autorizó en los 57.000 metros cuadrados aledaños en los que podrían haberse construido hoteles, restaurantes y oficinas, chocó con una crisis económica que frenó una inversión que se había estado gestando durante los años de elaboración del planeamiento urbanístico.
El parque se inauguró a bombo y platillo en 1997 sobre terrenos de la Expo 92, con una ambiciosa previsión de más de millón y medio de visitas al año. Estaba muy alejada de la realidad, ya que nunca se ha superado el millón de visitantes. En 2011, el último ejercicio cerrado, sólo entraron 797.366 personas.
El elevado canon anual de la Junta por ocupar los suelos, de 900.000 euros, fue una losa que la administración alivió rebajándola a 350.000 euros, aunque la previsión de que vuelva a ser de 900.000 en 2016 es una de las condiciones que los nuevos gestores quieren renegociar.
Tras una importante crisis económica en 2003, que lo llevó a la suspensión de pagos, en 2005 consiguió saldar una deuda de 14 millones con sus acreedores, tras un mandato judicial al que pudo hacer frente con ayuda de sus accionistas, entonces las cajas de ahorros sevillanas. Las ampliaciones de capital han sido un instrumento frecuente para rescatar al parque de la asfixia, mientras sucesivos expedientes de regulación de empleo se aplicaban para aligerar sus costes laborales.
La necesidad de inversión ha llevado al parque a cambiar de gestores, y sobre todo a buscarlos sin éxito, durante toda su trayectoria: han sido varios los concursos para explotarlo, aunque es la primera vez que una firma especializada estará al frente.
En paralelo, el recinto fue ampliando su oferta, mejorando sus atracciones y ampliando el periodo de apertura: si hasta 2007 sólo lo hacía en verano, en 2008 inauguró la temporada navideña, buscando más días de rentabilidad; y se comenzaron a explotar los eventos y las visitas escolares.
Se potenció la introducción en rutas internacionales, con promoción en países como Portugal, de donde proceden muchos visitantes, y combinando el pase de temporada con los de parques europeos como Pleasure Beach Blackpool en Inglaterrra; o Tripsdrill, Phantasia Land y Europa Park en Alemania, que se suman a recintos españoles como Tibidabo (Barcelona) o Terra Mítica (Alicante), a los que se accede gratis con la tarjeta de Isla Mágica.
Pero el lastre no dejó de reproducirse: los pagos pendientes volvieron a alcanzar los 13 millones, que estuvieron a punto de liquidarse en 2011, pero los procesos de transformación de las cajas que poseían la mayor parte del accionariado, hasta la definitiva absorción por Caixabank, hicieron que se llegue a hoy con esa deuda. Ahora, la Caixa aportará antes de marcharse 30 millones para dejar a Isla Mágica libre de ataduras.
El camino será duro: 2012 acabó con una reducida cifra de visitas en la que pesó la caída de los grupos escolares; pero más preocupante fue la bajada de ingresos. A falta de que se presente el balance oficial, fuentes del parque admiten que las cifras de 2012 “no han sido buenas”.