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Una nueva mancebía

Anda la Casa Grande como si fuera la Profesa de los jesuitas del XVII buscando remedios nuevos al oficio más viejo del mundo. E, igual que entonces, se afana en encontrar incentivos que hagan desistir a sus profesionales...

el 15 sep 2009 / 18:02 h.

Anda la Casa Grande como si fuera la Profesa de los jesuitas del XVII buscando remedios nuevos al oficio más viejo del mundo. E, igual que entonces, se afana en encontrar incentivos que hagan desistir a sus profesionales; hoy es la promesa de una casa de V.P.O, ayer la de otra de Recogidas pero, en el fondo, es lo mismo: el señuelo de la salvación para unas pobres almas descarriadas. También es verdad que aquella Babilonia del Arenal que glosara Lope de Vega y ésta que atisbamos en los anuncios por palabras, en los linkers de Internet y en las luces rojas de todas las carreteras son la misma.

Nada habría que oponer a que quien con entera libertad -hombre o mujer- quisiera vender su cuerpo, sus caricias, sus encantos; nada a quien abriera un establecimiento de trabajadores libres con las mismas garantías sanitarias y sociales que cualquier otro, pero eso no es lo que sucede realmente. Hoy persisten algunas mancebías como la que Sevilla tuvo en la Laguna hace siglos: Herbertstrass en Hamburgo o el Barrio Rojo en Ámsterdam pero cualquiera que haya deambulado por allí percibe que no son sino una muestra más del folclore local.

El ir y venir de mujeres y hombres recién llegados de otros países y en la indigencia esperando la apetencia sexual de alguien y las miles de mujeres traídas de lejos con engaño y desposeídas de cualquier medio para volver es otra cosa; es una realidad hiriente, ominosa. Tomar las medidas que impidieran esa situación sería el principal remedio y quizás todos los demás se nos darían por añadidura. Porque convendría preguntarse si con lo que no estamos conforme es con el oficio de la putería o con que su liturgia tenga lugar en nuestra puerta. A lo mejor lo que queremos no es remediar las causas sino crear otro recinto cercado, invisible: una nueva mancebía.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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