Jóvenes al día

Una nueva vida en el momento menos esperado

Muchas jóvenes afrontan la noticia de que van a ser madres sin tener las condiciones idóneas para serlo. Las familias y entidades que apoyan a estas mujeres se vuelven fundamentales.

el 13 jun 2014 / 08:00 h.

Sevilla 11/06/2014 Hiper Bebé

FOTO: Pepo HerreraAna Belén Carmona tiene 19 años, es peluquera y vive en La Algaba, un pueblo cercano a Sevilla. Hace tres meses supo que estaba embarazada, llevaba dos meses sin tener el periodo. Hoy afronta su quinto mes de embarazo. Tenía pareja, un chico diez años mayor que ella. Dice que se ‘cuidaban’, ella tomaba la píldora anticonceptiva. Hace cinco meses tuvo que tomar antibióticos, desconocía que mientras los tomara volvería a ser fértil y quedó embarazada. «Tuve pareja hasta que se enteró de que esperaba un bebé», comenta la joven aún sorprendida. Explica que el padre de su futuro hijo no asimiló la noticia y desapareció de su vida. Desde entonces poco ha sabido de él: «Dice que no quiere tener más hijos ya que tiene otro hijo de tres años de una relación anterior. Me planteó que si quería tenerlo yo me haría responsable». Confiesa haber sentido mucho miedo al verse sola ante una responsabilidad tan grande pero «me vi muy apoyada por mi familia, soy la menor de mis hermanos y todos se lo han tomado muy bien», plantea aliviada. Al comienzo el embarazo fue duro. «Fueron meses muy complicados, me costó aceptar que no contaría con la ayuda de mi ex pareja para afrontar el embarazo». Pero el tiempo ha pasado y Ana Belén ha sacado fuerzas para seguir adelante, su familia y sus amigos son un gran apoyo para ella ahora. Tiene dudas en cuanto a si se ve preparada para ser madre, «al principio no me veía», asegura, ahora dice estar concienciada y convencida de que las circunstancias la han hecho madurar a marchas forzadas. A pesar de haber sido siempre una chica responsable, plantea que nunca lo fue hasta el punto de verse como madre a su corta e insuficiente edad. Su madre tuvo a su primer hijo con 17 años: «En ese sentido ella me supo entender, aunque las circunstancias no hayan sido las mismas». Reconoce haberse planteado el aborto, estuvo dos semanas pensándolo. «Mi hermano me apoyó para que no lo hiciera, me dijo que entre todos me ayudarían para sacar adelante a mi hijo. Pero desde ese mismo instante entendí que mi hijo iba a formar parte no sólo de mi vida, sino de la de toda mi familia», afirma. Hoy confiesa estar muy segura de haber hecho lo correcto: seguir adelante con el embarazo. Por otra parte, siente que no hay suficiente apoyo para que las chicas embarazadas puedan tener a su hijo. Cree que muchas de ellas abortan ante la escasez de recursos. «Para recibir alguna ayuda tendría que independizarme del hogar familiar e irme a vivir sola con mi hijo y eso lo complica todo aún más», asegura. Está muy ilusionada con su embarazo en este momento. Tanto es así que ya asiste a clases de preparación al parto con la matrona. También toma conciencia de que un hijo es una responsabilidad muy grande y reflexiona sobre cómo afrontará su vida cuando su hijo llegue al mundo. Su ilusión es montar su propia peluquería, aunque entiende que en este momento es complicado. Concluye indicando que está ansiosa por ver la cara de su hijo pronto y darle todo el amor que ya siente por él. MADRE ENRIQUETA. El Hogar Santa Isabel ayuda a mujeres embarazadas o con hijos que se encuentran en situación de riesgo de exclusión social en la ciudad de Sevilla. Estas religiosas filipenses hijas de María Dolorosa llevan realizando esta labor desde la segunda mitad del siglo XIX. Fue entonces cuando su fundador, el Padre Francisco García Tejero, comienza a trabajar por la integración de mujeres de la época que habían ejercido la prostitución y que tenían a su cargo hijos o se encontraban embarazadas. La congregación fue creciendo hasta encontrarnos con las actuaciones que hoy realizan. Madre Enriqueta, superiora de la congregación y directora del Programa de Acogida de Madres Jóvenes, nos recibe en las dependencias del convento para explicarnos en qué consiste su trabajo y los diferentes programas que llevan a cabo en la actualidad. Por un lado acogen a mujeres embarazadas o con hijos a su cargo, disponen de seis plazas, –cuatro dependen de la Junta de Andalucía y dos del Ayuntamiento de Sevilla–. También trabajan con menores en acogida, con 16 plazas en este momento. Por otro lado tienen un colegio concertado con un nivel educativo que se extiende hasta secundaria. Destaca del mismo modo la imprescindible labor que llevan a cabo con los más necesitados, con un servicio de reparto de 300 bocadillos diarios. El protocolo de actuación con las mujeres embarazadas es sencillo: les dan acogida durante un año. Si bien se puede estudiar una prórroga en caso de que necesiten algún tiempo más. Tienen como objetivo enseñar a las mujeres a cuidar de sus hijos, al mismo tiempo que conseguir que aprendan una profesión que las haga autónomas. La formación es muy importante para Madre Enriqueta: «Les proporcionamos cursos de formación y les ayudamos en la búsqueda de empleo». Plantea que encontrar trabajo en estos momentos es complicado pero es fundamental para que las mujeres puedan rehacer su vida tras su paso por el hogar. Comenta que los valores de la congregación pasan por valores humanos y cristianos. «Nuestra misión es atender a estas mujeres y prepararlas para que sean mujeres independientes el día de mañana, también es nuestra misión ayudar a todas las personas que necesiten nuestra ayuda», declara. «La sociedad y sus valores están cambiando», así lo asegura la religiosa. «Muchas veces es la propia sociedad las que las lleva a esa misma situación y después las castiga». Plantea que muchas mujeres confían en sus parejas y cuando quedan embarazadas las abandonan o maltratan, otras terminan en la calle porque sus maridos ingresan en la cárcel o con problemas de drogas. «Son víctimas junto con sus hijos, y son en parte víctimas por no haber sido educadas en la importancia de quererse a ellas mismas y en darse a respetar frente a sus parejas. Las carencias que han vivido las llevan a entregarse». Al cabo de un año pueden acoger a unas doce mujeres, aunque depende de cada año. «La idea es que las mujeres permanezcan en el hogar el mayor tiempo posible», destaca. Está convencida de que existe ayuda por parte de instituciones, congregaciones y asociaciones para que las mujeres puedan seguir adelante con su embarazo a pesar de tener una situación económica difícil y poco favorable y pone como ejemplo al Hogar de Santa Isabel. La sociedad ha evolucionado mucho a lo largo de las últimas décadas. Lo que hace unos años no estaba bien visto cada vez se encuentra más normalizado. Es el caso de las madres solteras. MADRE Y SOLTERA. Arantxa Muñoz fue madre cuando apenas tenía 25 años. Hoy su hija tiene 11 años. Se dio cuenta de su embarazo desde el primer mes. No tenía pareja, sólo un amigo especial con que mantenía relaciones. Cuando el padre de su hija supo de su embarazo quiso casarse con ella. Tuvo claro que la boda sería un error, ya que no estaba enamorada, así que decidió seguir adelante con el embarazo y además hacerlo sola. Cuando su familia estuvo al tanto de su estado, decidieron apoyarla en su decisión. «Fue difícil al principio, pero en unos días lo terminaron aceptando», comenta. Su familia se convirtió desde ese mismo instante en su apoyo fundamental. Acudió a la administración pública para valorar la posibilidad de acogerse a alguna ayuda o programa para madres jóvenes, pero no había nada. Las pocas ayudas existentes pasaban por el requisito de la constitución de un núcleo familiar independiente de sus padres y la dotación económica era pequeña. Durante el embarazo sintió mucho rechazo por parte de la gente: «Me señalaban con el dedo, cuchicheaba y me miraban como a un bicho raro». Asegura que ser madre soltera no era fácil hace 11 años, mucho menos si vivías en un pueblo como era su caso. Optó por refugiarse en casa, con su familia y centrada en su hija. Sus amigos se quedaron por el camino: «Teníamos mundos diferentes, ellos aún no tenían las obligaciones propias de un hijo, yo sí, eso hizo que termináramos perdiendo el contacto». Lo pasó tan mal que necesitó acudir al psicólogo para superar que se había quedado sola, sin amigos. Asegura que en ningún momento se planteó el aborto. «En casa somos todos muy religiosos», eso influyó, asegura, en que ni se les pasara por la cabeza. Está convencida de que hizo lo correcto, su hija Ainhoa ahora lo es todo en su vida. El padre de su hija no ha estado presente en la educación de ésta ni en los momentos importantes de su vida. Desde hace tres años tampoco le pasa la manutención, asegura Arantxa. «Se casó hace varios años y tuvo otra hija, es desde entonces que no hemos vuelto a saber prácticamente de él», sostiene. No se plantea denunciar esta situación, aunque asegura que la manutención les vendría muy bien: «Una madre soltera con un suelto normal no tiene la mejor situación económica, no nos sobra el dinero justamente”. Su madre cuida de su hija cuando ella está trabajando: «No me ha faltado el trabajo en todo este tiempo por suerte. Gracias a eso y a la ayuda de mis padres hemos podido ir viviendo bien, sin carencias». Ser madre soltera le ha hecho tener un vínculo especial con su hija, una relación muy diferente a la que ella ha tenido con su madre. «Mi hija me ve como una madre, pero también como una hermana, tenemos mucha confianza», asegura. Su hija ya es casi una adolescente, se siente muy satisfecha de su labor como madre y del papel fundamental que su familia ha tenido en la crianza de su hija. Ahora tiene miedo, no quiere que a su hija le ocurra lo mismo que a ella. También tiene miedo a afrontar su vida cuando su hija empiece a salir y a no depender tanto de ella. Teme enfrentarse a uno de los retos más duros que se le plantean en este momento: rehacer su vida sentimental y retomar los planes de futuro que hace algún tiempo quedaron atrás. LAS AYUDAS. El Instituto Andaluz de la Mujer a través de la Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales lleva a cabo una serie de programas para acoger y apoyar a mujeres jóvenes con hijos pequeños o embarazadas, cuyas circunstancias económicas y familiares les impiden permanecer en su medio, existiendo riesgo para ellas o sus hijos. Estas actuaciones se llevan a cabo a través de la colaboración con entidades sin ánimo de lucro, mediante la subvención de proyectos. Durante 2013 se subvencionaron 64 proyectos con una dotación presupuestaria de 968.700 euros. Estos proyectos permitieron ayudar a 10.207 personas (mujeres y menores a su cargo) en riesgo de exclusión, un 46,9% más que en 2012 (cuando se beneficiaron 6.947). Entre todos estos programas que se han llevado a cabo, destaca de forma especial el de Madres jóvenes en riesgo de exclusión. Siete proyectos que han centrado sus actuaciones en el acompañamiento social y laboral de estas mujeres, además de la acogida en centros y talleres de educación sexual. 131 mujeres fueron beneficiarias de estos proyectos en nuestra comunidad en 2013.

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