Si ya me han escuchado (aunque más bien habría que decir leído, pero ustedes me entienden,¿no?) la siguiente afirmación, les pido mis disculpas pero, por una parte, mi memoria no es lo que era, y por la otra, Hollywood sigue haciendo las cosas de tal manera que, de cuando en cuando, resulta inevitable recurrir de nuevo a las mismas afirmaciones.
¿Que a cuál voy a recurrir? Pues a ésa de que la comedia, como género, lleva muerta en términos generales demasiados lustros: de poco me sirve que puedan poner algún ejemplo que contradiga tan severa aserción cuando un vistazo a la cartelera sólo sirve para constatar la alarmante carencia de imaginación y las pocas ganas de innovar sobr e un género que, en la época dorada de la Meca del Cine, dio tantas satisfacciones a los aficionados.
Y si no me creen, tenemos una pequeña muestra en este filme que sigue a Spencer (Ashton Kutcher), un superagente secreto del gobierno que decide abandonar su trabajo cuando encuentra a la mujer de sus sueños (Katherine Heigl) y se casa con ella. La felicidad durará bien poco, ya que han puesto precio a su cabeza. No sabe quién va tras él, pero sabe que son cinco asesinos y que puede ser cualquiera. Sus vecinos, sus amigos...
Entonces Spencer hará equipo con su mujer para averiguar quién es el misterioso personaje que quiere verle muerto antes de que los matones acaben con ellos. ¿Qué, no les suena? ¿Es que no recuerdan cierto filme protagonizado por Brad Pitt y Angelina Jolie en el que Doug Liman nos narraba las desventuras de un matrimonio formado por asesinos profesionales? ¿Cómo dicen?, ¿que no es lo mismo? ¿Están seguros? ¿Sí? Pues yo no lo estaría tanto...
