Cada edición, el FeMÁS nos depara una joya caracterizada por su rareza y originalidad. En esta ocasión esa propuesta diferente se centró en música folk rescatada y reconstruida a partir de escritos y documentos que datan desde el siglo XVI al XIX, invitándonos a un viaje por la historia y la geografía de nuestra comunidad latina, a través de tonadas, guarachas, contradanzas y hasta una canción siux.
Ayer mismo por la mañana, este grupo especializado en un repertorio que indaga en las influencias entre la música antigua de un lado y otro del Atlántico, realizó una experiencia didáctica dirigida fundamentalmente a los más pequeños, en el Teatro Alameda. Recién entrada la noche, fueron las paredes del Convento de Santa Ana las testigas de la riqueza sonora y estilística de la música interpretada por tan singular conjunto. Francisco Orozco es el alma de este proyecto. Entre interesantes explicaciones sobre el programa, fue desgranando con su voz voluntariosa pero a veces vencida por ese incómodo recurso al falsete, las piezas que el resto acompañó al detalle y prestando gran atención al ritmo. José Manuel Vaquero, con el organeto y muy especialmente con la zanfoña, dotó cada pieza de una sonoridad rica y muy particular, y se encargó de no dejarnos totalmente huérfanos de percusión, debido a la convalecencia de Álvaro Garrido, cuya ausencia fue suplida con un refuerzo en la cuerda de Rami Alqhai.
Vicente Parrilla volvió a demostrar en las flautas su dominio para la glosa, mientras Johanna Rose aportó un sonido elegante para situar adecuadamente cada obra en su tiempo. Tanto ella como Vaquero reforzaron puntualmente con sus voces el trabajo de Orozco. Uno de los fundadores del grupo, Fami Alqhai, acompañó a Orozco y el resto de los músicos en el simpático fin de fiesta.
