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Una sana envidia

Las malas lenguas de la política americana dicen que los presidentes y vicepresidentes se vuelven mejores cuando abandonan el cargo. Esperemos que se nos pase rápido el tiempo de espera para que Bush tenga esa oportunidad.

el 14 sep 2009 / 21:06 h.

Las malas lenguas de la política americana dicen que los presidentes y vicepresidentes se vuelven mejores cuando abandonan el cargo. Esperemos que se nos pase rápido el tiempo de espera para que Bush tenga esa oportunidad. Aunque a decir verdad, permítanme que sea en esta materia bastante escéptico. Un columnista muy conocido, George Monbiot, ha calculado las veces que el presidente Bush ha pronunciado las palabras "cambio climático" en los últimos años. Mientras la Casa Blanca anunciaba, en febrero de 2007, que en contra de lo que publicaban los medios, este tema no era novedoso en las preocupaciones del presidente y que su interés venía de lejos, el periodista ha calculado que en el año 2001 había encontrado 37 palabras del presidente en relación con este tema, 46 en el 2002 y 32 solamente en el mes de enero de 2007. A pesar de la estadística, la Casa Blanca ha declarado que el presidente siempre ha demostrado "un liderazgo continuado sobre esta cuestión". Al margen de esta ironía, lo cierto es que salvo sectores trogloditas de algunas derechas que pululan por el mundo, nadie en su sano juicio pone ya trabas intelectuales a un problema tan crucial.

Es destacable que en un mundo tan interconectado como el actual, con un flujo tan enorme de información en tiempo casi real, con una montaña de evidencias científicas y cotidianas, les cueste tanto a algunos políticos e instituciones reaccionar y ponerse a la vanguardia, en asuntos que a los ciudadanos les parecen ya normales y urgentes. He de reconocer que me produjo una sana envidia leer hace unos días un gran anuncio publicitario publicado en el Financial Times. Su objetivo era un llamamiento a los líderes mundiales reunidos en Bali, para alcanzar un acuerdo de rango legal de Naciones Unidas para atajar el cambio climático. Lo relevante del anuncio es que estaba impulsado por la Universidad de Cambridge y el Programa de Empresa y Medio Ambiente del Príncipe de Gales. Un anuncio suscrito por 150 multinacionales de todos los sectores, nacionales y extranjeras, incluso dos españolas, que aportaban su logotipo a dicha inserción publicitaria.

Decía que este anuncio me producía una sana pelusa. He de reconocer que además algo de tristeza. Mientras leía esa complicidad y compromiso activo entre la Casa Real británica, una universidad pública y corporaciones empresariales privadas, yo pensaba en un país, en nuestro país, donde parece que este es un tema reservado a los ciudadanos normales y a los gobiernos. Un país donde muchas instituciones públicas, entidades privadas, empresas que cumplen, o no, con bonitas memorias de responsabilidad social corporativa, parece que tienen que ser remolcadas, literalmente empujadas hacia los temas de interés general. Entidades esclavas de los límites de sus objetos sociales, con escasa visibilidad de sus compromisos reales y morales con la sociedad donde desarrollan su actividad cotidiana. Lo dicho, una sana envidia con algo de disgusto. Nada que no se pueda corregir con un poco más de sensibilidad.

Gonzalo Suárez Martín es abogado

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