Economía

Una sesión de espiritismo. «Él ya está entre nosotros»

Periodistas hasta de Japón para los pies más internacionales que pisan la CEA

el 06 nov 2009 / 00:02 h.

Capdevila felicita a Cani, autor del 2-0

A la japonesa Masako Ishibashi, la corresponsal en España de la agencia nipona de noticias Kyodo News, le aconsejaron que acudiera elegante a Sevilla, y ella que quería venir en vaqueros... Creíase que, como en dos ocasiones anteriores, iba a tener a Clinton a sólo dos pasos con los periodistas en ristre haciéndole preguntas. Y se equivocó. Al ex presidente de Estados Unidos lo tenía allí muy al fondo y si no fuera por estas pantallas gigantes de televisión, sólo lo distinguiríamos por su pelo blanco y sonrosada cara.

Para entrar a la casa de los empresarios andaluces, la CEA, mucha seguridad, y de hecho se notaba desde la mañana de ayer con los policías patrullando, en coche o a caballo, por la Cartuja y el parque del Alamillo.

Siempre falla algo, sirva la tapadera de una caja de zapatos a modo de bandeja para que los invitados depositen sus enseres (móviles, llaves, cinturones, monedas) antes de pasar por el escáner. Son soluciones de ultimísima hora.

Ni un alfiler cabe en esta sala custodiada por agentes de seguridad -con uniforme o van de secreto- y por la especial guardia pretoriana de la patronal, azafatas vestidas de marrón y gran flor turquesa en la solapa, por aquí no se pasa.

La llegada del conferenciante va con retraso -viene de esos mundos de Dios en un avión privado, poco más de dos horas estará en la capital sevillana- y no pocos de los presentes -unos setecientos, cada uno con su código de barras, no entra quien no lo ha recibido y lo porta en la invitación- se entretienen viendo sus rostros reflejados en los espejos del techo.

Muy nervioso sale Juan Salas Tornero, que preside la Escuela Andaluza de Economía, a justificar y disculpar una demora que tampoco es para tanto. Se le escapa un Bill Clinton "ya está entre nosotros", lagarto, lagarto, suena a una sesión de espiritismo, sonrisa de Masako Ishibashi. En diez minutos se inicia la función, todos quietos, ahora y también cuando termine, que primero habrá de irse el ex presidente Clinton.

Suena un cerrado aplauso, ya asoma por una puerta que simboliza la salida de la crisis económica, a ver si se hace realidad tal metáfora. Presenta al conferenciante Santiago Herrero, el patrón de los patrones andaluces, quien saluda a los consejeros de la Junta (tres) y hace un repaso por la trayectoria de Clinton como hombre político y ciudadano particular. Es, dice, un ejemplo de que las promesas políticas no se quedan sólo en palabras, sino que se hacen realidad -oídos en la sala para quienes quieran oír- y también de una "buena práctica" económica que condujo al país que mandaba, EEUU, a una prosperidad histórica. La anécdota, los nombres en inglés que Herrero pronunció.

El idioma, una asignatura pendiente para el empresariado andaluz.
Silencio, que interviene Clinton. Traje negro, corbata roja y gafas en la punta de la nariz, de lejos ve, de cerca no tanto. Para el regocijo de la audiencia, allá que lanza ese recuerdo de años mozos cuando visitó por vez primera Andalucía, cuatro décadas ha, lo que le gustaba y le gusta "la música, la cultura, el paisaje", los amigos que aquí dejó y la amistad que le une a los ex presidentes Felipe González y José María Aznar, y mira que eran diferentes -sugirió-, y a los Reyes de España, con quienes él y su mujer veranearon.

Y también de cara a la galería dos disculpas a ésta nuestra tierra. Perdón por una crisis económica que arrancó en EEUU, y perdón también por esa gripe española que se extendió tras la Segunda Guerra Mundial y que no fue española, sino que el primer caso fue estadounidense. Le faltó pedir disculpas por la Guerra de Cuba...

Lo mejor del discurso, las referencias a que otro modelo económico es posible, la lucha contra el Sida que realiza desde su fundación, la necesidad de superar las desigualdades que se perpetúan entre países pobres y ricos y que la economía no es un partido de béisbol donde se gana a costa del otro. Turno de preguntas, Herrero en un sillón, Clinton en otro, americanada televisiva para el punto y final.

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