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Una sonrisa capaz de conquistar a toda una ciudad

La procesión de tercia de la Patrona ha congregado un año más a miles de sevillanos

el 15 ago 2011 / 11:17 h.

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Son las siete de la mañana y la terminal de Plaza de Armas escupe gente a borbotones bajo la brillante mirada de una luna redonda que parece esculpida en un cielo que ya ha empezado a teñirse de azul. El parking de la avenida de Roma cuelga temprano el cartel de completo y los madrugadores gorrilas se adueñan de los alrededores de la Catedral en esta mañana de agosto en que la ciudad renueva la cita secular con una de sus mejores tradiciones.

A una hora de que la Virgen de los Reyes asome por la Puerta de los Palos centenares de personas, pertrechadas en su mayoría de sillitas plegables, toman posiciones a lo largo del breve recorrido de la procesión. José Antonio, apostado el primero tras el cancel de Palos, es una de ellas. Llegó a la Catedral a las cinco menos cuarto de la mañana después de recorrer a pie y de madrugada los 30 kilómetros que separan el convento de El Viso del Alcor de la plaza de la Virgen de los Reyes. "Éste es el séptimo año que realizo esta peregrinación y es una experiencia única. Hay momentos para rezar, para cantar y también para la diversión y la convivencia. Yo lo comparo con el camino del Rocío", asegura este visueño de 35 años.

Mientras tanto, en el interior de la Catedral el público asiste respetuoso a las diferentes misas de madrugada ante el paso de la patrona. Los hay que aprovechan para fotografiarse ante el monumento a Juan Pablo II, instalado provisionalmente junto a uno de los pilares recientemente restaurados, cerca de la Puerta de San Miguel, mientras se determina su ubicación definitiva en las calles de la ciudad.


A las siete y media de la mañana empieza a salir el cortejo a una plaza Virgen de los Reyes rebosante de público. Este año han sido casi 200 los cirios que ha repartido entre sus miembros la Asociación de Fieles de la Virgen de los Reyes y San Fernando . Revestido con una capa pluvial, tocado con la mitra y portando en su mano izquierda el báculo, el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, es el primero en tocar el león que sirve de llamador al paso de tumbilla de la patrona. 25 pares de zapatillas blancas se clavan en el suelo para en una suave levantá a pulso comenzar a descender la rampa del Altar del Jubileo mientras que en el órgano catedralicio atrona el Himno Nacional. Uniformados de blanco impecable, los dos aguaores del paso -cántaro de Lebrija y dos relucientes jarrillos de lata en sus manos- estrenan este año camisas albas con la silueta del palio de tumbilla grabadas al pecho y las iniciales BJ, de la familia Bejarano.

En esta mañana de los ritos inalterables se echa de menos delante del paso al capataz Eduardo Bejarano Uceda, postrado en una silla de ruedas tras una reciente operación en un pie. "Este año estoy castigado", comentaba en la trastienda del Patio de los Naranjos el hombre que ayer cumplía 50 años mandando ante el paso de la patrona. "La familia Bejarano lleva desde 1914 con la Virgen y yo desde 1961". Su hijo, Eduardo Bejarano del Corral, cuarta generación de esta saga de los martillos, cubrió a la perfección la ausencia del padre.

Fiel a su costumbre, a las ocho en punto de la mañana, la tumbilla de la Virgen de los Reyes franquea el portón de Palos y se detiene en el interior del cancel en medio de un hondo e imponente silencio, roto instantes después por el estruendo de las campanas de la Giralda. Eduardo Bejarano padre, al que sus muchos años delante de la Virgen le han colmado de sabiduría, atestigua que esta breve parada antes de que la patrona se entregue por entero al público, se hace para rezar por los difuntos.

Tras el paso, en la presidencia de la procesión, se sitúa el arzobispo Asenjo, escoltado a ambos lados por el obispo auxiliar, Santiago Gómez, que se estrena en los ritos de la mañana del 15 de agosto, y por el deán catedralicio, Francisco Ortiz. También Juan Ignacio Zoido vive su primera procesión como alcalde de la ciudad. Cincuenta días después del desbordante baño de masas con que la ciudadanía le obsequió en el Corpus, las muestras de afecto popular se atenúan casi hasta hacerse imperceptibles. Sólo en el trayecto desde la esquina de Correos hasta la Plaza del Triunfo se hicieron algo más notorias.

Primero en la esquina de Alemanes, luego en la Punta del Diamante y la última en la esquina de Correos. Los antiguos alumnos de la Escolanía de la Virgen de los Reyes, dirigidos por Francisco José Domínguez Martos, entonan al aire sus motetes en cada una de las tres posas de la Virgen.

Por segundo año consecutivo el recorrido de la procesión está exento de vallas, sólo presentes en la plaza de la Virgen de los Reyes. La delantera del paso se ha convertido de unos años a esta parte en un circo mediático, con las cámaras de las televisiones haciendo entrevistas en directo a los fieles de lágrima fácil y con una nube de casi 30 fotógrafos revoloteando entre el cortejo, en su mayoría simples aficionados del objetivo.

El repertorio musical de la antigua Soria 9, la banda militar que acompaña al paso, es tan pobre como irregular es su interpretación. En Alemanes se escuchó dos veces seguidas Estrella Sublime.

Al paso de la Virgen de los Reyes el público, entre el que se destacada la presencia de muchos pequeños, reza en silencio sus oraciones. No hay vivas, no hay aplausos. La devoción va por dentro. "Es lo más auténtico del cristianismo sevillano", reflexiona en voz alta uno de los canónigos más veteranos de la procesión.

El amarillo de las camisetas de un grupo de peregrinos de la JMJ sobresasale entre el racimo multicolor de gente que se apiña a los pies del monumento a la Inmaculada. Entre ellos está Irelice Lorenzo, una dominicana de 34 años que, cámara en ristre, abre bien los ojos para no perder detalle. "Allí en Santo Domingo tenemos a la Virgen de la Altagracia y, aunque no es el mismo estilo de procesión, veo que aquí la solemnidad se representa muy bien en el cortejo". Solemne, la procesión de la patrona culminó pasadas las 9.15 horas.

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