Cultura

Una última cena con dos traidores en el Retablo de la Catedral

La visita al Retablo Mayor, realizada ya por 450 personas, descubre el proceso de rehabilitación y divertidas curiosidades

el 25 abr 2013 / 06:30 h.

Viajar al interior del Retablo Mayor de la Catedral de Sevilla permite al público disfrutar en primer plano de uno de las más relevantes conjuntos escultóricos del XVI, al tiempo que nos desvela divertidas curiosidades que ha ido acumulando este monumento a lo largo de los siglos. No hay nada como acercar la lupa a una de sus 27 escenas para descubrir pequeños fallos o diabluras de sus talladores, imperceptibles a simple vista, pero muy recurrentes y comentadas durante las visitas guiadas que el Cabildo viene ensayando desde principios de mes, ya realizadas por 450 personas, y que ahora quieren relanzar con la incorporación de vídeos y nuevos paneles informativos, que explican todo el proceso de restauración emprendido en 2010 y que terminará en marzo de 2014. Gracias programa de difusión, bautizado como Veintisiete escenas del Retablo, los visitantes tienen una oportunidad de acceder gratuitamente a las tres primeras de las 14 plantas del conjunto, de 28 metros de altura, cubierto completamente por un andamiaje que permite a los técnicos reparar las piezas sin bajarlas al suelo. Nada más llegar, el público, acompañado en todo momento por un guía, visiona un vídeo explicativo que muestra virtualmente cómo se erigió tanto la estructura del retablo como las piezas ornamentales y escultóricas que lo conforman. No faltan durante la ruta las descripciones sobre cómo mediante técnicas láser se eliminan las erosivas resinas y pinturas aplicadas a las tallas en el pasado, lo que implica una inevitable pérdida de los tonos originales, disimuladas con acuarelas nada lesivas. Pero sin lugar a dudas, más allá del apartado técnico, lo que más sorprende, al margen de la majestuosidad del retablo y de la belleza de las tallas, son los curiosos fallos que acumula el conjunto después de tantas rehabilitaciones, así como las “diabluras”escondidas por sus autores entre santo y santo. La última cena con los dos Judas. La última cena con los dos Judas. Esos fallos de raccord escultóricos nos regalan escenas tan originales como una Última cena en la que Jesús comparte mesa con dos Judas Iscariote. El motivo, que en una restauración de principios del XX se desprendió la mano de la talla del traidor, concretamente la que llevaba la bolsa con 30 monedas de plata por las que entregó a Cristo. Los restauradores de la época la pegaron en otro apóstol, que daba de comer a un perrillo bajo la mesa, y al que también le faltaba la extremidad. El resultado, dos esculturas que encarnan a este personaje: una, la de la bolsa, y otra, la original, que los imagineros representaron con una soga al cuello. También resulta llamativa la escena de La resurrección de Lázaro, tan expresiva que incluso una de las figuras se tapa la boca y la nariz ante la maloliente vuelta a la vida del amigo de Jesús. En cuanto a otras curiosidades menos inocentes que éstas, el visitante debe afinar la vista y estar atento, ya que la visita no desvela todos los secretos encontrados en la restauración. “Diabluras sí que hay, porque es lo propio del Gótico”, confirmó la responsable de Bienes Muebles del Cabildo, Teresa Laguna, sin querer desvelar más detalles. Ella capitanea este proceso de rehabilitación con un equipo de 40 profesionales que, gracias a las últimas técnicas de recuperación artística, está sacando a relucir los colores y el dorado original de las esculturas, relieves y mazonería que lo componen, escondidos por el paso de los años y por las poco afortunadas intervenciones que se acometieron en los años 20 y 70 del siglo pasado. El presupuesto de este proyecto supera los 1,4 millones de euros y lo sostiene íntegramente el Cabildo. Las visitas, que se conciertan a través de la web del Cabildo, se realizan en grupos de 15 personas, en tres turnos de lunes a viernes. El éxito es tal que la lista de espera ya va por el mes de junio. El único requisito es ser mayor de 12 años. Las personas con movilidad reducida también pueden realizarla. El lunes empezaron también las visitas a la Iglesia del Salvador, que dará a conocer zonas habitualmente no accesibles del templo, incluidas las cubiertas, mediante rutas guiadas a 12 euros, bajo el nombre El Salvador: Huella de lo sagrado.

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