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Una vez más, por el barrio

No paró de arreciar la lluvia durante toda la mañana en Carmona. El cielo estaba gris y sin visos de mejora, pero María Santísima de la Paciencia no quiso hacer esperar más a los vecinos del populoso barrio de Santiago para ver a ella y a su hijo procesionar por la estrechez de sus calles.

el 15 sep 2009 / 02:03 h.

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No paró de arreciar la lluvia durante toda la mañana en Carmona. El cielo estaba gris y sin visos de mejora, pero María Santísima de la Paciencia no quiso hacer esperar más a los vecinos del populoso barrio de Santiago para ver a ella y a su hijo procesionar por la estrechez de sus calles.

Carmona se volcó como nunca con las imágenes, que el año pasado sólo pudieron realizar una pequeña salida por la amenaza de lluvia. La valentía fue ayer la principal cualidad de la junta de gobierno, pero sin dejar a un lado el teléfono en permanente contacto con la Agencia Estatal de Meteorología para conocer la última hora sobre la previsión del tiempo en la localidad.

Salida como las que le gustan a Carmona, de rodillas, cuerpo a tierra y corazón encogido. Un paso de misterio que dejaba entrever las llagas de los azotes en la talla de Manuel García de Santiago, de 1789, revelando la antigüedad en los rasgos de su cara. Como invitado de honor, el gallo alegórico que representa las negaciones de Pedro. La gente aplaudía sin cesar con lágrimas en los ojos tras ver de nuevo a sus imágenes salir por la puerta lateral de la Iglesia de Santiago, sede de la hermandad ininterrumpidamente en sus más de 350 años de historia, restaurada por la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía.

Entre capirotes azules y túnicas blancas, y tras la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora de Gracia de Carmona, aparecía el simpecado virginal, y tras él los nazarenos negros de manto y azules de antifaz, numerosísimos hermanos que querían acompañar a María Santísima de la Paciencia en su andar del Jueves Santo. Bonita salida, emocionante, precioso bordado de palio tan característico y estrenando este año los faroles que flanquean a la talla de Francisco Buiza. Todo un museo andante, con una estatuílla de María Auxiliadora que recuerda el paso por la iglesia de esta congregación.

Una vez fuera, la corporación carmonense disfrutó como nunca en las calles con un ojo puesto al cielo, que al final respetó. Macedo y Matute, Matute y Macedo, dos capataces que hicieron del andar del barrio de los quíquilis un momento mágico en un Jueves Santo que se convirtió en una fiesta grande ya adentrándose en la madrugá, quizás por el regusto amargo que dejó un Miércoles pasado por agua.

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