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Una victoria para la esperanza

Los ajustes de Marcelino han dotado al equipo de una mayor consistencia en todo el campo. Vayan acostumbrándose a este nuevo sistema. 

el 05 dic 2011 / 23:27 h.

Los jugadores celebran el gol de Fazio.

Respiró Marcelino, respiró el equipo y respiró Nervión. Por fin ha llegado ese partido que necesitaba el Sevilla para empezar a creerse de verdad eso que hasta ahora decían como de mentirijilla piadosa. Desde ayer parece aspirar a la Champions de verdad, en primer lugar, y más importante, porque lo dicen los números; y en segundo porque por fin el equipo volvió a despertar esas sensaciones que parecían perdidas en la noche de los tiempos. El Sevilla ganó, convenció y adquirió un salvoconducto hacia el cuarto puesto que podrá validar el próximo sábado si es capaz de desalojar por fin a ese invitado, al principio simpático pero ya incómodo, en el que se ha convertido el sorprendente Levante.

Dicen que el buen entrenador es el que adapta su sistema a los jugadores que tiene y no al contrario, así pues, Marcelino se ha aplicado a rajatabla ese refrán que dice que es de sabios rectificar. El asturiano volvió a decantarse por el 4-1-4-1 y, visto lo visto, vayan acostumbrándose a que los sevillistas utilicen siempre ese sistema. Esos ajustes han dotado al Sevilla de una mayor consistencia en todo el campo, algo que apenas se había advertido en la defensa en los primeros meses de competición, y más opciones arriba. Además, tras la lesión de Perotti por fin se atrevió a dar entrada a Del Moral en el sitio en el que muchos deseaban verlo, y el jiennense demostró con hechos -y un gol- que si partiendo desde la banda izquierda dejó su huella en el Getafe fue por algo.

Por suerte, todos se están sumando a la causa. Posiblemente, si el gran Kanouté jugara de central bajaría el excelso rendimiento que ha demostrado durante años en Nervión y que ahora exhibe en pequeñas pero exquisitas dosis. Eso mismo le pasa a Fazio, un chaval al que muchos se empeñaron en convertir algo que no es. El argentino, en el centro de la zaga, mejora al mil por cien sus prestaciones, firma una notable actuación defensiva y demuestra que incluso conduce mejor el balón desde la retaguardia. Para colmo, marca un gol con un desmarque espectacular. Ojalá éste sea el prólogo de ese Fazio que nos contaron.

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