Incluso para los que crecimos delante del televisor criados por Heidi, Marco o Mazinger Z, la palabra manga era un concepto tan desconocido como lo podía ser otaku, animé o tantas otras relacionadas con el mundo nipón que hoy en día son usadas con suma facilidad por el aficionado medio al noveno arte.
Y quizás hubiera seguido siendo así de no ser por el desembarco, a principios de los noventa, de aquella sensación que supuso la emisión televisiva de Bola de dragón.
Las correrías de Goku, el Duende Tortuga y compañía, pronto se convertirían en el obligado tema de conversación tanto de aquellos que se suponía eramos bastante mayorcitos para estar viendo dibujitos por la tele, como para los más pequeños de la casa, que alucinaban con los combates del animé japonés.
Casi de forma simultánea, Planeta comenzaba a publicar el manga que había dado pie a la serie televisiva, dando así, en 1992, el pistoletazo de salida a la edición en nuestro país de los manga (que por si alguien no lo sabe, es el nombre génerico que reciben los cómics en el país del sol naciente).
Con Dragonball se iniciaba una fiebre que, rauda como la pólvora, empezaba a ocupar un sitio relevante en las estanterías de las tiendas de cómics con una gran variedad de títulos al tiempo que comenzaban a aparecer los otakus, aficionados cuyo modos quedaban marcados a fuego por la particular estética de los tebeos japoneses.
Y así llegamos a la actualidad, en la que la multitud de encuentros de manga que se dispersan por la totalidad de nuestra piel de toro, sirven de fiel reflejo a un mercado cada vez más saturado por la miriada de lanzamientos que inundan las tiendas especializadas (hoy en día los mangas que se publican al cabo del mes se cuentan por decenas) y entre los que resulta tremendamente difícil cribar lo que vale la pena o no.
En este sentido, y en muchos otros que a continuación repasaremos, resulta muy evidente que Una vida errante es uno de esos títulos que ningún aficionado al tebeo nipón debería dejar pasar.
Y aún diría más: por mucho que los mangas no formen parte de lo que el común de los aficionados al noveno arte suele tener en cuenta en sus compras mensuales (tantísima variedad y tan poca calidad en términos generales no resulta muy atractiva que digamos), Una vida errante debería ser compra obligada para todo aquél amante del cómic que se precie.
En sus más de ochocientas páginas (divididas en dos estupendos volúmenes para su edición española)Tatsumi da un repaso exhaustivo a los años en los que él, junto a un grupo de artistas para los que el manga era un modo de vida, comenzaron a revolucionar el medio buscando formas narrativas que se alejaran de las típicas.
En una lectura tremendamente adictiva, el autor evita la construcción de un relato autobiográfico en términos usuales para ofrecer al lector una perspectiva mucho más pormenorizada de todo aquello que rodeó a la eclosión económica de Japón tras la II Guerra Mundial, concretando en el intento un manga tan apasionante como apasionado.