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Una visita de lo más desagradable

El Sevilla no hace amigos a los campos que acude. Desde que rompió la racha de 14 meses sin ganar lejos de casa, suman nueve victorias en 15 duelos.

el 23 sep 2014 / 10:02 h.

Sevilla Cornella Partido en Cornellá del pasado año, en que el Sevilla rompió su mala racha como visitante. Foto: EFE. Las visitas, como las malas compañías cuando se habla de adolescentes, no están bien vistas. A nadie le agrada que vengan a perturbar su tranquilidad a su propio domicilio. La familia del cónyuge, antiguos compañeros de colegio que hace 15 años que no ven y el clásico primo lejano del que ni siquiera habían oído hablar. Todos estas cuestiones hacen que el término visita en global, y el visitante en particular, moleste nada más ser pronunciados. Trasladándolo al mundo del fútbol, el Sevilla podría ser el arquetipo del visitante soberbio y desagradable. ¿Quién se lo iba decir hace menos de un año? El conjunto entrenado por Unai Emery rompió el 8 de noviembre una racha de 14 meses sin ganar lejos de su estadio. Más de un año sin coger el chárter de vuelta a casa con los deberes cumplidos. Como es lógico, esto lastró al Sevilla a caminar de forma anodina por la Primera División. Su visita era un regalo para cualquier rival. La psicosis liguera llegó a un punto que parecía un maleficio de otro mundo. El 8 de noviembre amaneció soleado en Barcelona. Día radiante para todos menos para un entrenador del Sevilla que se jugaba comerse los turrones en su actual club. Partido a mediodía. La manida discusión sobre la posición de Rakitic la resolvió Unai colocándolo de mediapunta (se dice que fue recomendación directa del expresidente Del Nido). Pulgar hacia arriba del máximo dirigente nervionense al ver cómo su Sevilla rompía su desastrosa racha con un 1-3 en el estadio blanquiazul. A raíz de ahí, el equipo sevillista cogió velocidad de crucero en Liga. La pesada losa de la responsabilidad como visitante mutó en una confianza insultante. Triunfos en Granada (1-2) y Villarreal (1-2). Para cerrar la primera vuelta empatando en Elche (1-1). Una mitad de Liga que comenzaba a evidenciar una tendencia alcista de los números nervionense lejos del Sánchez-Pizjuán (tres victorias, cuatro empates y tres derrotas). Pero aún necesitaba un paso más. En la segunda vuelta logró cuatro victorias como visitante (Vallecas, Almería, Pamplona y Villamarín), con un empate (Calderón) y cuatro derrotas (Málaga, Vigo, Bilbao y Getafe), siendo la última intrascendente porque el equipo ya no se jugaba nada. En el arranque de la presente campaña había que dejar claro que la segunda parte del campeonato pasada no había sido flor de un día. Que este Sevilla está yendo a más de la mano de su entrenador. Que la solidez que podía apreciar el aficionado sevillista de aquel Valencia de Emery cada día es más similar a su Sevilla. La fiabilidad se ha instalado en Nervión, y lo que es mejor aún, lejos del barrio que acoge a los fieles blanco y rojos. Desde el mencionado encuentro en Cornellà (contando con esa victoria), el Sevilla suma nueve triunfos en 15 partidos como foráneo, además de dos empates y cuatro derrotas. Es decir 29 puntos de 45 posibles, una marca que daría al equipo de Unai la posibilidad de jugar la Champions sin lugar a ningún tipo de dudas –si se tratase de una temporada completa fuera de casa desde aquel duelo en Barcelona–. Las bases del juego están claras. Y más aún con lo visto en las primeras dos salidas. Lo principal es mostrarse contundente y fuerte a la hora de trabar el fútbol del adversario. El Sevilla se siente cómodo yendo a la pelea. Tiene jugadores para ello y lo aprovecha como casi nadie. La velocidad del contragolpe. Nadie puede dudar que los hombres que adiestra Emery no son capaces de salir rápido desde la cueva. Con jugadores eléctricos del tipo de Aleix Vidal es más efectivo este tipo de fórmula. Y con Bacca en la punta del ataque, más aún. Si el colombiano hubiese tomado las decisiones correctas en Córdoba sería a estas horas el máximo goleador del campeonato. Por último, la tercera clave del Sevilla reside en su solidaridad. Estos ingredientes convierten al conjunto de Nervión en la clásica visita indeseable.

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