Con el fallecimiento de Antonio López Ontiveros el pasado jueves día 5 en Córdoba, Andalucía ha perdido a su mejor geógrafo. En cualquiera de los temas que trata esta ciencia habitualmente se encuentran referencias bibliográficas de su dedicación, circunstancia que se produce a pesar de ser la suya una vocación tardía, pues se licenció en Derecho y empezó su vida laboral en la Administración Pública.
Prácticamente la totalidad de su obra científica está dedicada a Andalucía, siempre realizada con el máximo rigor científico aunque orientada a una pluralidad temática infrecuente en la actualidad. Los espacios rurales fueron su primer y sostenido objeto de estudio, pero también la geografía urbana, los paisajes, las descripciones y relatos de viajeros de todas las épocas y la obra científica de precursores como Carandell Pericay, Ramírez de las Casas Deza, Bernaldo de Quirós y Díaz del Moral.
Como profesor universitario ejerció en las Universidades de Murcia, Autónoma de Madrid y desde 1979 hasta 2007 en su cátedra de Córdoba. En esta labor deja impregnados de su magisterio a numerosos discípulos, profesores de enseñanza media y superior, funcionarios de la administración y profesionales en el libre ejercicio. Apasionado viajero por todos los continentes, director de un gran número de tesis doctorales y merecedor de importantes galardones o reconocimientos personales y científicos, se sintió especialmente gratificado al ser nombrado hijo predilecto de las Subbéticas y medalla de oro de Luque, su villa natal, al recibir el Premio Andaluz de Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales Ibn Al-Jatib y al ejercer la presidencia de la Asociación de Geógrafos Españoles.
Para todos sus amigos, su pérdida es sobre todo la de un extraordinario ser humano, hombre de firmes convicciones religiosas y científicas, entregado a su familia y compañeros, apasionado en su argumentación pero dialogante sereno y receptor atento de ideas y planteamientos ajenos. Su obra científica y su recuerdo serán sin duda duraderos.
