Cultura

Unidos por la música a ambos lados del Mediterráneo

Jóvenes españoles y marroquíes han aunado sus voces en el Coro Tres Culturas para demostrar que los idiomas, las diferencias culturales y los 14 kilómetros de mar entre sus dos países no representan ninguna barrera.

el 16 sep 2009 / 01:27 h.

Alejandra Linares-Rivas

Jóvenes españoles y marroquíes han aunado sus voces en el Coro Tres Culturas para demostrar que los idiomas, las diferencias culturales y los 14 kilómetros de mar entre sus dos países no representan ninguna barrera.

María Milán, estudiante de piano almeriense de 18 años y miembro del coro, reconoce que tenía "un poco de miedo antes de venir" a Marruecos. "Siempre había oído que tuviera cuidado con fumar en la calle, con la manera de vestirme... porque estamos muy influenciados por los estereotipos. Pero he podido ver que, aunque Marruecos no es un país rico, está bastante europeizado", indicó.

Ella es una de los 34 españoles, miembros del Coro Joven de Andalucía, que se han unido a 34 marroquíes de entre 15 y 24 años para convivir y ensayar juntos en Rabat durante una semana y ofrecer dos conciertos, en los que interpretan piezas en árabe, latín, hebreo y francés.

El primero de ellos tuvo lugar en el teatro Mohamed V de Rabat, cuyo repleto aforo se rindió a los pies del coro y de las orquestas Ensemble Solti y European Camerata. La siguiente actuación tendrá lugar en Esauira (sur del país) el sábado, durante el festival "Printemps des Alicées".

El coro es el elemento original de este acontecimiento, ideado con el objetivo de fomentar el intercambio entre las dos orillas del Estrecho de Gibraltar. Según explicó a Efe Antonio Chaves, miembro de la Fundación Tres Culturas, promotora de la actividad, "se trata de ofrecer a los 68 jóvenes del coro la oportunidad de conocerse y comprobar que les unen muchas más cosas de las que les separan".

Muestra del crisol cultural es el recital estrella del repertorio, el Stabat Mater de Rossini, escrito para coro y orquesta, inspirado en un poema latino que narra el sufrimiento de la Virgen María a los pies de la cruz de Cristo.

El encargado de dirigir esta pieza es el francés Michel Piquemal, quien dijo a Efe que estaba "encantado de ver el buen resultado de la unión entre las dos orquestas y los cantores, que suponen en total 148 personas de ocho nacionalidades distintas".

La mezcla cultural y la posibilidad de viajar al país magrebí han permitido a los chicos borrar de su mente los tópicos y formarse su propio criterio respecto a sus habitantes y a la relación entre ambas naciones.

"En España tenemos una visión de este país que no es acertada, porque allí los marroquíes son los extranjeros, los diferentes, y la percepción que tenemos es precisamente porque no nos relacionamos con ellos. En cambio, aquí les vemos en su ambiente y son gente muy hospitalaria", apuntó Estefan Sánchez, miembro del coro.

La experiencia no es la misma para quienes son oriundos en el país de acogida, ya que, pese a tener que reunirse para ensayar a diario, no pueden dejar de lado sus actividades cotidianas.

Mohamed Bujal no puede dedicarse profesionalmente a la música y, aunque estudió cinco años de solfeo, tuvo que dejarlo y conformarse con cantar de vez en cuando, para trabajar como entrenador de halterofilia en un gimnasio.

"Es una gran oportunidad participar en algo así; ésta es la cuarta edición en la que participo y cada año espero con muchas ganas que me convoquen para el próximo concierto, aunque no tengo la ocasión de relacionarme tanto con los españoles, porque mi trabajo me obliga a llevar una vida muy disciplinada", señaló.

Aunque para algunos como Bujal esta iniciativa es una afición y una vía de escape, la directora del coro, la marroquí Jalila Benani, expresó el sentir general: "El concierto es el motivo, la excusa, pero la verdadera experiencia son las relaciones personales que se establecen entre ellos y que luego tienen la posibilidad de mantener gracias a las facilidades de hoy en día".

Pese a que no son tantos los jóvenes que acceden a esta oportunidad de viajar y mezclarse con los habitantes del país vecino, sus percepciones llegan a oídos de muchos, comentó a Efe Catalina Bejarano, miembro de la Fundación Tres Culturas.

"Los posos que deja esta experiencia en los chicos también hacen mella en sus familiares y amigos cuando vuelven a casa y les cuentan todo lo que han descubierto aquí", subrayó.

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