Los jóvenes sevillanos cada vez oyen menos. La culpa, en buena parte, la tienen sus inseparables casquitos de radios, mp3 y ipods que se introducen en el oído y, por supuesto, el alto volumen al que los escuchan. La música les acompaña siempre, pero los problemas de audición, también.
Sordos. En varias décadas, la mayoría de jóvenes padecerá problemas de oídos. No es una visión catastrofista, sino una realidad constatable en las consultas de los médicos especialistas. En ellas, el número de pacientes jóvenes ha crecido en los últimos años entre un 12 y un 15%. "Si hace un tiempo la mayoría de gente que sufría una sordera eran abuelos, hoy ya son los hijos de éstos, y en unos años serán los nietos", explica el doctor Serafín Sánchez, jefe del servicio de Otorrinolaringología del Hospital Virgen Macarena.
Buena parte de la culpa de esta tendencia es el constante uso de los casquitos que se introducen en el oído y que son los que ahora se usan con mayor profusión en los pequeños aparatos electrónicos. El sonido llega directamente a los conductos auditivos causando "un daño considerable" que antes, con los cascos que se colocaban sobre el oído -y no dentro-, "no era tan agresivo ni directo".
"El alto volumen al que se escuchan los mp3 y demás sistemas de reproducción parecidos están provocando daños en el oído interno de sus usuarios". Más de 80 decibelios (intensidad que se supera en el máximo del volumen de todos los aparatos), ya es perjudicial para el ser humano.
Sin embargo, el problema es aún mayor porque al ser una exposición voluntaria al ruido y al notarse sus efectos poco a poco, casi nadie acude a la consulta del especialista. "Los usuarios de estos aparatos electrónicos tienen asumido el riesgo que corren; por ello, dejan pasar el tiempo y hasta que realmente empiezan a no escuchar, no acuden a nosotros", explica Francisco Esteban, otorrino del hospital Virgen del Rocío.
El acuífero en los oídos es uno de los efectos más comunes de estos prematuros pacientes. "Se empiezan a escuchar unos pitidos y, durante breves segundos, no se escucha nada más, pero como es algo que dura tan sólo unos instantes, la gente no se asusta", explica el doctor Sánchez. Es al cabo de los años cuando estas dolencias aumentan y empiezan a no oírse ciertas frecuencias auditivas: las agudas, ciertos tonos de voces, sobre todo de mujeres, escapan al oído dañado, "y lo grave es que es la gente menor de 50 años la que llega con estos problemas".
Difícil cálculo. A pesar de estas evidencias, los dos especialistas aseguran que aún no hay estudios realizados en España que cifren un número determinado de afectados por estos problemas. "Son impresiones clínicas que obtenemos de nuestro trabajo en las consultas y de nuestra cercanía con los pacientes", señala el doctor Esteban. Y es que, como apunta, "aún es muy difícil calcularlo, ya que es un problema a largo plazo, porque el oído se va deteriorando con el tiempo". Ahora "sólo estamos en el principio", apuntaba Sánchez. "Están empezando a llegar los primeros afectados, pero en pocos años tendremos muchos más", asevera.
Por ello, algunas de las recomendaciones que dan estos especialistas y algunas de las casas que fabrican estos aparatos son no superar el 60 de la capacidad del volumen que tienen estos aparatos, "que aún así es ya bastante alto"; adecuar este volumen en función del contexto en el que se encuentre el usuario -a menor ruido exterior, menor intensidad en el volumen-; y, en el mismo momento en el que se sientan los acuíferos en el oído, dejar de escuchar música durante un tiempo.
Aún así seguirá habiendo jóvenes, como Javier, que sigan exponiéndose al peligro del sonido: "Me gusta escuchar la música alta porque así se siente más, además, de momento, oigo muy bien".
