Con sus seis nominaciones a los Globos de Oro que se entregaron la pasada noche del domingo al lunes, Up in the air partía como una de las favoritas para alzarse, al menos, con los correspondientes a Mejor película dramática, Mejor actor (para George Clooney) y Mejor director.
Al final, como siempre suele pasar, las quinielas se han equivocado y el tercer largometraje de Jason Reitman (hijo de Ivan Reitman, el director de Los cazafantasmas) se ha tenido que conformar con el premio al Mejor guión, quedándose a las puertas de obtener el que reconociera su labor como director como ya le pasara con sus dos filmes anteriores: la satírica, ácida y extraordinaria Gracias por fumar; y la entrañable Juno.
En el filme, Reitman narra la historia de Ryan Bingham (George Clooney), un especialista en recortes financieros y consumado viajante de negocios moderno que, después de pasar años en el aire, de repente se encuentra preparado para hacer una conexión auténtica. Ryan lleva mucho tiempo contento con su despreocupado estilo de vida, viviendo por toda Norteamérica en aeropuertos, hoteles y coches de alquiler.
Puede llevar todo lo que necesita en una maleta. Es un miembro mimado y de élite de todos los programas de fidelización de viajeros que existen. Y le falta poco para alcanzar el objetivo de su vida: 10 millones de millas de viajero habitual. Cuando se siente atraído por una simpática compañera de viaje (Vera Farmiga), el jefe de Ryan (Jason Bateman), animado por una joven experta en eficiencia (Anna Kendrick), amenaza con llamarle permanentemente desde la carretera.
Enfrentado a la perspectiva de ser destinado a un puesto fijo, Ryan empieza a meditar sobre lo que puede llegar a significar el tener un hogar de verdad.
