Utrera se convierte en un ejemplo para la integración de los inmigrantes

Cada extranjero que elige Utrera para vivir tiene una historia distinta y, por regla general, afirman que les han acogido de forma magnífica. Tal vez por eso no extraña que en cuatro años, la población inmigrante haya crecido un 123%.

el 01 feb 2010 / 23:04 h.

Marroquíes, rumanos, ecuatorianos, polacos, brasileños,... una nacionalidad tras otra y así hasta 58 diferentes, llenan de nuevos utreranos los rincones de una ciudad en la que foráneos y lugareños conviven y se relacionan.

Los inmigrantes han ido llegando y asentándose en Utrera. Éste fue el caso de la de Khalid El Arfaoui Chiboub y su hermano Abdelilah, quienes regentan un bazar de la calle La Fuente Vieja. Como de tal palo tal astilla, fue el padre de ambos quien los inició en la materia, siendo el primer marroquí en crear un negocio así en Utrera, allá por 1991. "Por aquel entonces, vivíamos en El Cuervo y cada día veníamos a Utrera a trabajar, por eso nos mudamos", comentan los dos, quienes aseguran estar "totalmente integrados", ya que llevan 16 años en España, y seis en Utrera.

El trabajo también fue lo que llevó a Ewa Dusio al municipio en 2000. Esta joven polaca es peluquera y esteticista y, pese a que al principio le costó entender el español, ahora lo domina a la perfección. "Me gusta Utrera, hasta más que Polonia, porque allí hace más frío", admite. Pero el clima no fue lo único que motivó su traslado. Su suegro fue el primero en venir a España, mientras ella vivía en Londres con su novio donde "la situación era mala". Decidió cambiar de aires y Utrera fue un lugar con nuevas posibilidades.

Desde el otro lado del charco también llegan ciudadanos. El ecuatoriano Enrique Muñoz lleva años en Utrera, donde ha trabajado en la construcción y la hostelería. Ahora tiene negocio propio. "Cuando llegué pensé que tocaría el cielo con las manos", dice. En cambio, le hizo falta "mucho trabajo para salir a flote", pero aseguró encontrarse "bien" en Utrera, una tierra que "me ha enseñado muchísimo". Otro caso curioso es el de Brahim El Kehihal, un marroquí que colabora en la asociación de voluntarios por Andalucía (Vopan). Lleva en Utrera nueve años y afirma que, "desde el principio, no tuve problemas para integrarse y lo único que cambió fue las costumbres.

Tal vez sea ese el planteamiento que hace falta en un barrio del que se ha venido hablando por los problemas de falta de convivencia de un grupo de extranjeros. En la barriada de La Paz, donde se llegaron a recoger firmas para expulsar a un grupo de rumanos, las aguas están más tranquilas y los altercados se minimizan. Así, al menos, los comentan los vecinos, quienes explican cómo los dueños de los pisos vacíos han contratado vigilancia para evitar las ocupaciones. Eso y el aumento de la presencia policial parecen estar evitando conflictos vecinales.

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