Local

Valderas enfrenta maniobras internas para su relevo en la dirección de IU

El portavoz José Antonio Castro se autodescarta y los más jóvenes, afines al PCA, abren un pulso y apuestan por la consejera de Fomento, Elena Cortés

TAGS:

Castro y Valderas en una imagen de archivo.

En Izquierda Unida en Andalucía se avecina una tormenta interna de esas que la meteorología daría con alerta naranja. IU es un partido asambleario, donde todo se debate y discute hasta la saciedad y que suele enrocarse en complicados pulsos internos, propios de las distintas familias que integran la federación de izquierdas.

Da igual que IU sea ahora un partido de Gobierno, con una vicepresidencia, tres consejerías y muchos altos cargos, y que atraviese quizás su momento electoral más dulce en Andalucía. La batalla que se avecina, dicen quienes conocen la organización, será dura y salpicará el pacto con los socialistas. En primer plano está Diego Valderas, coordinador regional de IU y número dos del Gobierno andaluz, cuyo cargo orgánico está a punto de caducar.

Los estatutos de la federación sostienen que no puede repetir en un cuarto mandato como máximo responsable de la organización en Andalucía. La asamblea prevista en primavera, entre finales de marzo y principios de abril, debe decidir si cambia esos estatutos y permite la continuidad de Valderas, opción abanderada por el portavoz de IU en el Congreso y secretario general del PCE, José Luis Centella. Enfrente, la corriente más joven del partido en Andalucía maniobra abiertamente para propiciar un cambio. En este grupo se integran los nuevos rostros del PCA, con su secretario general y senador, José Manuel Mariscal, la consejera de Fomento, Elena Cortés, la directora general de Vivienda, Amanda Meyer o la diputada Alba Doblas.

El gran problema interno se le ha presentado a IU en Andalucía cuando el candidato natural para sustituir a Valderas ha dicho que no. Hasta hace pocos meses era el portavoz parlamentario José Antonio Castro el líder emergente. Tenía la bendición de Valderas y el beneplácito del actual núcleo duro del PCA, su lugar de origen. Castro ha rechazado oficialmente ser el sucesor y tras su no han comenzado a moverse las sillas.

En una entrevista en Europa Press, el portavoz parlamentario de IU en Andalucía, se autodescarta con rotundidad como líder andaluz. En su círculo más cercano admiten que hace ya semanas que ha dejado claro que no piensa aspirar a ese cargo. Añade Castro que no ve "imprescindible" que Valderas continúe.

Quienes piden cambio apuntan que IU necesita un nuevo rostro que marque la diferencia respecto al PSOE. Avisan de que Valderas, que ocupa la vicepresidencia de la Junta y se ha convertido en el pacificador en los conflictos que surgen en el seno del Gobierno, puede conducir a la federación de izquierdas hacia el temido abrazo del oso. Es decir, puede dañar la marca IU en Andalucía en uno de sus momentos más dulces y permitir que sean engullidos por el PSOE.

En esta corriente que pide paso a Valderas se integra un grupo de treinteañeros, de la misma generación política que dirigentes socialistas como Susana Díaz (consejera de la Presidencia) o Mario Jiménez (vicesecretario del PSOE-A), igualmente con trayectorias orgánicas largas y dilatadas, pero con un posición mucho menos condescendiente con sus socios políticos.

Piden un cambio generacional. Tras el paso atrás de Castro, todo apunta a que será una mujer la candidata a ser coordinadora. Es una buena noticia para un partido que no conoce la paridad y en cuya Comisión Ejecutiva andaluza se sientan 36 hombres (65,5%) con 19 mujeres (34,5%). Hay varios nombres en liza aunque el más sólido es el de la consejera de Fomento, Elena Cortés, quien está logrando hacerse con un espacio propio dentro del Gobierno, abanderando temas como los desahucios. Cortés no se ha pronunciado públicamente sobre su futuro y muchos no saben donde encuadrarla, pero otros la señalan como la candidata natural. Fue situada en la Consejería con la vista puesta en la alcaldía de Córdoba y es ahí donde debe dirigirse, dicen quienes apoyan a Valderas. En el caso de que finalmente se postulara, se abriría una situación complicada en el Gobierno andaluz, donde el vicepresidente, Valderas, tendría menor rango orgánico que la titular de Fomento.

Si Cortés no da el paso suena la diputada Alba Doblas, que ha ganado mucho peso por su papel en la comisión parlamentaria sobre los ERE, el caso de corrupción que salpica a los socialistas.

El actual coordinador regional de IU, Diego Valderas, ha dejado claro en su círculo político que no va a dar la batalla ni afrontar ninguna guerra interna. Su continuidad depende de un cambio de los estatutos de IU que requiere un amplio respaldo interno. Posiblemente, el vicepresidente del Gobierno andaluz pedirá en su partido antes de final de año que se pongan las cartas boca arriba y en función de cómo vea la partida decidirá.

En diciembre está prevista la asamblea federal de IU y aunque en este caso la continuidad de Cayo Lara está garantizada, ese cónclave medirá la temperatura interna en Andalucía. El coordinador de IU quiere una lista de representantes andaluces en sus órganos de dirección que integre a todas las corrientes, incluida la CUT de Juan Manuel Sánchez Gordillo. El equipo de Valderas no comparte esa opción.

Quienes respaldan que Valderas inicie un cuarto mandato en IU Andalucía señalan que éste es "el peor momento" para una bicefalia. Consideran que sería problemático que al onubense se le despojara de su liderazgo orgánico cuando ocupa el máximo cargo en el Gobierno andaluz. Quizás están más preocupados los socialistas que Valderas.

No hay duda de que al pacto de Gobierno todos estos movimientos internos le va a afectar. Para el PSOE-A, según sus dirigentes, la figura de Valderas es una garantía. Él empujó por firmar la coalición y se puso en la primera línea cuando hubo que aprobar un duro plan de recortes. Quienes aspiran a sucederle en IU tienen un discurso más beligerante. Hay quienes ven factible una fórmula de transición, que durante dos años ceda a Valderas un papel clave, quizás una presidencia creada ex profeso.

 

  • 1