Cultura

Vanguardia de género

Reseña del concierto que el proyecto 'Female Effects' ha ofrecido esta semana en el Ciclo de Música Contemporánea del Teatro Central.

el 04 abr 2013 / 23:39 h.

Teatro Central. 3 de abril. Programa: 'Female Perspectives on Sound' (obras de Moore, Ellison, Romero, Ríos, Kang y Konstantinidou). Intérpretes: Angélica Vázquez, arpa; Barbara Ellison, electrónica; Yamila Ríos, violonchelo y electrónica; Camilo Irizo, clarinete; Ji Youn Kang, sintetizador Benjolin; Susana Santos Silva, trompeta; Fani Konstantinidou, electrónica; Kate Moore, violonchelo. Ciclo de Música Contemporánea.

Female Effects es un nombre a retener. Mucho más que una conjunción bolera de compositoras-intérpretes para tocar sus propias obras, tras este nombre se percibe un proyecto serio, cuidado en los detalles y con mucho por hacer oír. Eso es lo que nos pareció al menos su primera comparecencia en el Ciclo de Música Contemporánea del Teatro Central el pasado miércoles.

La más recogida y cercana sala B del espacio adquirió ribetes casi de loft neoyorkino para escuchar las aguerridas propuestas sonoras de un grupo femenino que se plantea su empresa con una pregunta: ¿Existe una sensibilidad femenina ante el sonido? A tenor de lo oído podríamos aventurar que sí. O en todo caso, cada una de las autoras representadas, desde presupuestos en ocasiones distanciados, marcaron líneas de separación contra una concepción estructural y/o puntillista de la obra musical, aventurándose en terrenos más claramente underground, muy cercanos al experimental y el intermedia tan en boga, aún hoy, en la cara B de la vanguardia musical estadounidense.

En la obra de Yamila Ríos para violonchelo y electrónica percibimos un afán por conquistar cierta saturación francesa, pero también hubo en su creación ecos de compositores como Phill Niblock y hasta Tod Dockstader en el empleo masivo e inmersivo de la electroacústica. La griega Fani Konstantinidou presentó un trío para arpa, trompeta y electrónica cuyos primeros juegos armónicos nos trajeron a la memoria a Alvin Lucier, aunque luego, al fracturarse el discurso, la pieza asume como suyos ciertos planteamientos caros al ‘free-jazz’ y a la improvisación controlada. Más académica, Anábasis IV de la sevillana Lula Romero encontró en el clarinete de Camilo Irizo a un intérprete ideal para deglutir su menú henchido de armónicos en cascada, con una electrónica como en eco que sólo adquiere protagonismo en un tramo final verdaderamente estimable.

Nada nos interesó la muy endeble propuesta repetitiva de la australiana Kate Moore, que se atrevió con una improvisación sobre mástil de violonchelo electrónico muy mal hecha en lo técnico y completamente fuera de lugar. Tampoco pensamos que aportase mucho la performance concreta de la irlandesa Barbara Ellison. Sí que en cambio valoramos el aporte de la coreana Ji Youn Kang, su Time folding bebió de las fuentes del noise (pensamos en Merzbow, también en las obras de Koji Asano) empleándose en el uso de un viejo sintetizador.

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