Cultura

Variaciones sobre lo maravilloso conocido

¿Qué se puede decir de Ruibal que no se haya dicho ya de mil maneras? Son 25 años al máximo nivel, y el cajón de los piropos está ya esquilmado. Por buen letrista, buen cantante y buen guitarrista. Por no haberse prostituido jamás al mercado facilón, y también por su continua lucha por no parecerse a sí mismo. Foto: José Manuel Cabello.

el 15 sep 2009 / 07:54 h.

¿Qué se puede decir de Ruibal que no se haya dicho ya de mil maneras? Son 25 años al máximo nivel, y el cajón de los piropos está ya esquilmado. Por buen letrista, buen cantante y buen guitarrista. Por no haberse prostituido jamás al mercado facilón, y también por su continua lucha por no parecerse a sí mismo.

Por hacer del directo, una noche tras otra, un rito mágico elevado al rango de obra de arte, ya sea para aforos reducidos o públicos numerosos. Por saber rodearse siempre de músicos asombrosos. Por encontrar lo puro en la pura hibridez. Por mostrarse siempre no como un divo inaccesible, sino como un ser cercano, cómplice de todo aquel que se acerca a oírle.

Todo esto, o sea, lo ya sabido, volvió a escenificarse en la noche sevillana el pasado sábado, desde que el buen humor de Ruibal rompió el hielo y así, él solito, acometió La canción del contrabandista, a la que siguió la imperecedera Agualuna.

Resulta alucinante ver cómo Ruibal acarrea y mantiene fresco todo su repertorio, con temas añejos como Guadalquivir o Tanguito. Y al mismo tiempo, cómo logra, sobrado de seguridad y de recursos, hacer que las viejas canciones suenen como nuevas, cómo no se cansa de jugar con los tiempos y las armonías. La versión que hizo de Bendito veneno mano a mano con ese soberbio y estrafalario bajista brasileño llamado Munir Hossn, incluidos ciertos pasajes richardbonianos, sólo puede calificarse de sobresaliente.

Con la banda al completo sobre las tablas y el público ya calentito -parte del cual se saltó felizmente el protocolo y bajó las gradas para seguir el concierto apie de escenario- sonó La Reina de África en todo su esplendor, y a partir de ahí todo fue fuerza y sensibilidad a manos llenas, cuesta abajo hacia el apoteosis de Atunes en el paraíso y otros temas de factura reciente.

Es justo señalar que este reseñista ha visto y oído a Ruibal al menos medio centenar de veces en los últimos años, en teatro y en petit comité, con banda y solito, y nunca deja de sorprenderse con su capacidad para crecer y evolucionar.

Y aunque, como ha quedado dicho, el portuense siempre se ha buscado excelentes compañías, el tiempo ha demostrado que el mérito de su música no se debe a Gerardo Núñez, Antonio Toledo, ni a Tito Alcedo, ni a John Parsons, ni a Chano Domínguez, ni a Jesús Lavilla, ni a Iñaki Salvador, ni a Raúl Rodríguez, todos ellos músicos de primerísima fila que en un momento u otro han aliñado el arte ruibalero con arreglos prodigiosos.

Si algo ha quedado claro en las dos últimas décadas es que el éxito de Ruibal -éxito casi secreto, sí, todavía medio clandestino, pero clamoroso en el corazón de sus muchos incondicionales- tiene como responsable al ciudadano Francisco Javier Ruibal de Flores Calero, dios le guarde muchos años.

Ciclo Asómate al Patio. Sábado, 12 de julio.

Lugar: Patio de la Diputación de Sevilla.

Artista: Javier Ruibal y banda.

Músicos: Javier Ruibal (guitarra y voz), José Recacha (guitarra), Munir Hossin (bajo), Raúl Rodríguez (tres cubano), Joaquín Calderón (violín), Javi Ruibal (percusión). Sonido: Bueno. Aforo: Completo y con gente en la calle.

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