No hay derecho fundamental tan agradable de ejercer como el de la libertad de expresión. Pero este derecho no hace milagros. Las tonterías no dejan de serlo por mucha solemnidad con la que se expresen. Y la prudencia, en el otro extremo, evita a quien la practica decir inconveniencias. Pero hay gente que se aplica en ambas: en las tonterías y en las inconveniencias.
Yo mismo que no soy un profesional de la columna, para qué engañar a nadie, lo paso realmente bien imaginando columnas. Muchas de ellas no me atrevo a escribirlas. A propósito de la designación del pregonero para la cosa del pregón de Semana Santa de este año, ya me hubiera gustado decir lo que pienso del tema y del personaje. Pero no quiero meterme en líos. Sólo puedo decir sin que me llamen al orden que le he reído en el pasado las gracias al columnista. Me dedicaba a tareas públicas y no era prudente decir por ejemplo: "Este pregonero es un tipo cargante". Lo más que me atreví una vez fue a llamarle "columnista lábil" gracias al amparo que me dio el entonces director de ABC, F. Jiménez Alemán, a quien siempre le he tenido simpatía. Un liberal.
Otro tanto me apetecería decir de la bobada de Rajoy a cuenta del cambio climático. No quiero mortificar a sus seguidores pero también es mala suerte que te venga el líder diciendo tonterías. Y ¿qué me dicen de lo del himno por Rocío Jurado? Otra tontería. Una cosa seria no se despacha con una boutade. Estamos hablando de la Autonomía.
Carlos Rosado Cobián es abogado
