España es un país amante de los ruidos y basta darse un paseo por sus calles, bares y restaurantes para comprobar el griterío general, el alto tono de voz de los que hablan por teléfono móvil o el volumen de la música en los coches.
Y quienes así se comportan en la calle suelen hacerlo en sus casas, lo que conlleva, inevitablemente, enfrentamientos con sus vecinos y si no basta mirar la estadística: cinco de cada diez españoles tiene problemas con su vecino.
Porque el ruido es el principal motivo de las denuncias entre vecinos, algo que saben el 30 por ciento de las comunidades y ese es el caso de Carmen, que durante las 24 horas del día escucha la música que sale de los coches de quienes habitan junto a ella.
Vive en una calle que no duerme, con vecinos enfrentados y los de las viviendas pares no soportan la forma de vida de quienes viven en los portales impares y todo son gritos, peleas y ladridos de perros, un sin vivir para una veintena de familias.
En Granada, una comunidad de propietarios está amenazada de muerte por sus propios vecinos; aseguran que hay 40 personas viviendo en un único piso de 60 metros cuadrados.
Escuchan los programas de televisión de sus vecinos, su música o sus gritos; sufren continuos atascos de tuberías, suciedad en los portales y hasta el lanzamiento de cafeteras por el patio de vecinos.
Serafín lleva 18 años sin tirar la basura por un caso, como el mismo define, de "etilismo crónico"; vive en una calle demasiado estrecha, puerta con puerta y pared con pared, con una docena de vecinos.
Su casa no tiene puertas, ni ventanas y vive y duerme entre la basura, mientras que sus vecinos soportan los olores, la suciedad y hasta las ratas que salen de su portal.
