En Alcalá de Guadaíra ya no queda lotería para esta Navidad. Desde principios de este mes los décimos están agotados. Y es que la riada del pasado 2 de octubre provocó que muchos vecinos de otras poblaciones se desplazaran hasta la ciudad confiados de que tras la desgracia llegará la fortuna.
"No queda lotería". Ésta es la frase que repite varias veces al día Jesús Cabreja, el dueño de la confitería La Centenaria, donde tradicionalmente se venden cientos de billetes, pero que este año ya están agotados. "Desde hace un mes no tenemos nada y eso que cada día llega gente hasta de Barcelona para comprar lotería", cuenta con sorpresa.
Explica que hace unos días llegó una familia de Albacete que "venía por motivos de trabajo a Sevilla y se llegaron hasta Alcalá de Guadaíra para comprar décimos, pero no me queda nada, y lo peor es que no queda en toda la ciudad". Según narra, cada año el número que más se vende es el código postal de la ciudad: el 41.500, que este año fue el primero en agotarse por completo.
La creencia de que la lotería toca en los lugares azotados por catástrofes disparó las ventas hasta el punto de que muchos vendedores tuvieron que pedir a Sevilla. Es el caso de la administración del Gato Negro, situada justo en el centro de la ciudad donde tuvo lugar la riada, y que tuvo que solicitar billetes hasta en cuatro ocasiones. Todo agotado.
La administración de lotería del distrito Norte también está ya sin décimos. Uno de sus gerentes, Rafael, asegura que desde hace tres semanas está todo agotado pero que siempre les ofrecen a los clientes la oportunidad de comprar décimos para el sorteo del Niño.
Eso sí, para los que todavía quieran lotería de Navidad las hermandades de la población ofrecen otra opción: la compra de participaciones. Son muchas las que todavía disponen de números sin vender y eso que este año están batiendo todas las marcas. Es el caso de la Hermandad del Cautivo, que cuenta con algunas participaciones, y la de la Amargura, que también las vende.
Los interesados pueden adquirirlas en las propias casas de hermandad, las dos ubicadas en la calle San Sebastián, o en distintos bares de la ciudad que todavía las ofrecen.
