Cultura

Véndenos tu alma

La exposición ‘Compramos tu oro’ lleva a la AJG Gallery una visión descarnada de las consecuencias de la estafa global.

el 02 dic 2013 / 20:14 h.

parientesempenadosbuena 'Parientes empeñados', una de las obras presentes en la exposición. Gracias a (o por culpa de) la exposición Compramos tu oro, que se inaugura esta semana en la galería AJG del Pasaje Villasís, uno comprende mucho mejor el alcance y las secuelas de la catástrofe provocada que ha desolado media Europa y aniquilado cien años de avances sociales. Ya se quiera llamar crisis económica o estafa global, ha tenido que ser un joven creador danés, Anders Scrmn Meisner, y no un periodista ni un líder de opinión (ni por supuesto un político), el que descubra qué sucede cuando una persona, acuciada por las deudas, decide desprenderse de sus recuerdos más sagrados a cambio de dinero. Y lo que sucede es que muere. Se desintegra. Aunque no lo parezca. Meisner lo explica de una forma extraña, con obras aparentemente infantiloides, pero el galerista que lo acoge, Antonio Jiménez, lo tiene claro: “Me interesa la carga política, la crítica del sistema, más que la técnica empleada”, decía ayer. Tal vez ese talento de Scrmn Meisner para descubrir cosas tenga menos que ver con las vicisitudes económicas, éticas y políticas que puedan estar viviéndose en su país (más bien pocas), como con el hecho de que estudió algún tiempo en Sevilla. Habrá tenido tiempo sobrado de ver cómo los viejos comercios de toda la vida, desde los drogueros hasta los remendones pasando por la tienda de máquinas de coser, han ido desapareciendo en los últimos seis años por toda la faz de la ciudad (y de España entera) para ser ocupados por garitas blindadas coronadas por enormes y macabros rótulos negros y amarillos; rótulos que urgen a la población a venderles su oro, sus alhajas, sus reliquias familiares más sagradas. Ser capaz de convertir este impacto en un cuadro repleto de simbolismo ya es mucho más de lo que ha hecho el grueso de la población nativa, en su mayoría revolucionarios indoor y sujetos pacientes de todas las barrabasadas que los poderes tengan a bien desencadenar. Se trata de una bofetada en los morros (con ironía, pero bofetada) a todo el que no quiera despertar y ver lo que está pasando. Si esto es arte o no, queda a juicio de la posteridad. “La palabra artista es una palabra muy grande para valorar distintas formas de interpretar el mundo, de crear, de plasmar ideas. ¡Caben tantas cosas en ella!”, advertía ayer el galerista. “Yo, a la hora de enfocar mis exposiciones, siempre intento programar temas coetáneos, las preocupaciones del momento que estamos viviendo. La técnica no es prioritaria; lo que más me interesa es la línea de trabajo”. Una opción quizá no demasiado habitual por estas latitudes, aunque no por eso va a haber que rendirse al tópico. “Sevilla es una ciudad preciosa y con una importancia cultural tremenda, pero eso de que en Sevilla hay que morir… Mejor darse uno una vueltecita antes por ahí, y luego ya ves dónde te quieres morir”. Ayer por la tarde comenzaban en esta pequeña sala del Pasaje Villasís los preparativos de la exposición, que será inaugurada mañana y que reúne una docena de cuadros diversísimos. Obras que, si algo puede asegurarse de ellas, van a chocar al visitante, sin posibilidad alguna de quedar indiferente. Primero, por su factura. Y luego (o al mismo tiempo), por ese posicionamiento de partida que va implícito al título de la exposición, Compramos tu oro. La filosofía del asunto la resume la crítica de arte sevillana María Arregui: “Los negocios de compraventa de oro nos recuerdan insistentemente nuestra creciente necesidad de despojarnos de los objetos de valor, y por tanto, de nuestros recuerdos. En base a este dilema surge la noción de la vida y muerte del objeto: este vive en tanto que le han sido otorgadas cualidades humanas, aquello que nos hace conservarlos, lo que nos une a ellos más allá de lo meramente utilitario”. Cuando el objeto, convertido en símbolo por su poseedor, se convierte en mera mercancía, muere. Y así le sucede también a la persona, según Arregui: “El ser humano puede llegar a la resignación y es cuando se vacía de contenido, se torna un ente sin memoria, muere”. En esta página se puede apreciar una de las obras de la exposición. Se titula Parientes empeñados, y ya se ve de qué va el asunto. Resume bastante bien el modus operandi del danés: denunciar la tragedia y, de forma más o menos irónica y humorística (según el gusto de quien lo contemple, como siempre), llamar la atención sobre adónde vamos. Una pista: calaveras. “No todos los artistas son críticos con los acontecimientos sociales”, advertía ayer Antonio Jiménez. “En Sevilla, por ejemplo, hay muy pocos artistas con carga política; están más ligados a la pintura y a lastemáticas campestres, a los paisajes, a los interiores...”. La resignación social no se trata ni siquiera en bodegones. Los collages, grabados y cuadros de este paisano de Dinamarca van a ponerse en venta con precios que irán, según la obra, desde unos 400 hasta unos 1.200 euros, iva incluido. La galería abre miércoles, jueves y viernes de 11 a 14 y de 18 a 20.30 horas. Es importante visitar estos comercios, no sea que a fuerza de ignorarlos acaben luciendo un rótulo amarillo y negro y se sustituyan las presuntas obras de arte por balanzas de precisión con las que pesar el alma del cliente. Lo bueno de estos cuadros, además, es que sirven de despertador. Lo malo es no saber qué hacer cuando uno despierte.

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