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Ventura corta dos orejas y Cartagena una, pero el mejor fue Antonio Domecq

Dos orejas cortó Diego Ventura y una Andy Cartagena en el festejo matinal de rejones celebrado hoy en La Maestranza, en el que también dio una vuelta al ruedo Álvaro Montes, pero fue Antonio Domecq quien mejor toreó, sin suerte al matar. (Foto: EFE).

el 15 sep 2009 / 03:08 h.

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Dos orejas cortó Diego Ventura y una Andy Cartagena en el festejo matinal de rejones celebrado hoy en La Maestranza, en el que también dio una vuelta al ruedo Álvaro Montes, pero fue Antonio Domecq quien mejor toreó, sin suerte al matar.

Ventura ha vuelto a triunfar en Sevilla, como hace exactamente dos semanas. Nada nuevo. Ha sido una actuación atrevida y sincera, arriesgando en los momentos decisivos, con un toro que ayudó poco.

Pero su estilo, más cerca de la heterodoxia que de la sobriedad y el clasicismo, ha estado esta vez extraordinariamente marcado por las acrobacias y otras "suertes" que tienen poco que ver con el verdadero toreo a caballo.

Porque, sin hacer de menos a los cites muy en corto a toro y caballo parados, en la suerte de poder a poder como se le denomina en el toreo a pie, de mucho mérito por el aguante que hay que tener ahí, sin embargo, la clave de este triunfo ha estado en otras actitudes, concretamente las alocadas galopadas alejado de las reuniones y la feísima licencia de la cabalgadura mordiendo los pitones.

El "bravo" caballo se llama "Morante", la gente se vuelve loca con lo que hace y Ventura presume de él como algo extraordinario. Diferente sí que es, pero así no debería ser. Una lucha a bocados y cornadas entre perros -caballos en este caso- y toros suena a circo romano, algo que no tiene cabida en la modernidad.

Lo extraño es que en ese alborotado ambiente, de tanta pasión como benevolencia, picó hasta "el palco", al transigir en la desmesurada petición del segundo trofeo después de haber pinchado el jinete en la suerte suprema.

Porque Ventura lleva ya muchos triunfos así, quizás ya sea hora de matizarselos. A la vuelta está la importante Feria de San Isidro, y si Las Ventas da también el sí a este "espectáculo", a lo peor se cargan de razón "los anti", los que de antemano no entienden la noble lucha del hombre y la fiera, ya sea a pie con un trapo como única arma, o a caballo como es el caso del rejoneo. Respeto a la dignidad de unos y otros.

Diferente el concepto de Antonio Domecq, que en el que abrió plaza estuvo muy vibrante, pero sin salirse de la más estricta ortodoxia, galopando a milímetros de los pitones y con suma limpieza, sin brusquedades ni tropiezos. La flexibilidad y el arrojo de los caballos, conducidos por la seguridad y el temple del jinete, ese es el rejoneo auténtico. Pero le faltó matar.

Y en ese aire fue también la actuación de Cartagena, cuyo estilo antaño tremendista ha depurado mucho. Sus alardes ahora son de buena monta y alta escuela, haciendo las reuniones en los medios y al estribo. Sobresaliente en el par a dos manos. Cortó una oreja con pinchazo previo al rejón final.

Montés le echó imaginación y recursos al "rajado" cuarto, prodigándose mucho con los violines y apoyándose en los terrenos de adentro, la querencia natural del manso. Sin embargo, el presidente no quiso atender la petición de oreja.

Martín Burgos, con notables desigualdades, atacó tan acelerado que no encontró toro la mayoría de las veces. Lo mejor de su actuación, un quiebro al violín en la cuarta banderilla.

A Leonardo Hernández no le acompañó su toro, sin celo alguno y doliéndose mucho al sentir los hierros. El esfuerzo del joven rejoneador fue grande, pero sirvió de poco.

Al final no hubo Puerta del Príncipe para Ventura por una extraña e injusta determinación del presidente, pues al margen de las consideraciones ya apuntadas debió calibrar mejor, o al menos igual, las dos orejas de un sólo toro que si hubieran sido tres en dos, la exigencia que marca el Reglamento. ¿O es que los que actúan en corrida de seis para seis de antemano no tienen opción a este honor?

FICHA DEL FESTEJO. Toros de Benítez Cubero, bien presentados a pesar de estar reglamentariamente "afeitados" y bajos de raza, distraídos y sin emoción.

Antonio Domecq: cuatro pinchazos y rejón (ovación).

Martín Burgos: rejón (ovación).

Andy Cartagena: pinchazo y rejón (una oreja).

Álvaro Montes: rejón sin quebrar (vuelta tras petición).

Diego Ventura: pinchazo y rejón (dos orejas).

Leonardo Hernández: pinchazo, rejón y descabello (ovación).

La plaza tuvo lleno de "no hay billetes" en mañana soleada, de agradable temperatura a la sombra y muy calurosa al sol.

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