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Verdades y mentiras sobre el 'efecto Álvarez'

La plantilla se ha volcado con el nuevo entrenador y ha dejado claro que Jiménez no tenía todo el apoyo del grupo. Muchas críticas han sido gratuitas, pero el mensaje es claro. Hacía falta el cambio. Con Álvarez el equipo vuelve a ganar.

el 10 abr 2010 / 21:19 h.

El cambio de entrenador en el banquillo del Sevilla ha motivado un cambio en la plantilla. Está claro. No hace ni un mes que fue destituido Jiménez y han salido un buen número de jugadores a dejar en mal lugar al anterior técnico a costa de vanagloriar al actual, Antonio Álvarez. En ello hay mucha parte de parafernalia, la de los jugadores que quieren ganarse el favor del nuevo técnico, la de aquellos que quieren enmascarar su bajo rendimiento en la incapacidad del anterior entrenador y la del jugador por naturaleza con grandes grados de egocentrismo que adora al ídolo presente y blasfemia del anterior. Nada nuevo, por otra parte.

Pero ojo, no por esta cáscara de mentira dejan de ser verídicos ciertos aspectos en esta situación continua de crítica al rey muerto, Jiménez en este caso. Desde la marcha de Juande Ramos hay futbolistas en el plantel nervionense que han dudado de la capacidad del anterior técnico, incluso que en su día abogaron por la ascensión de Álvarez en vez de Jiménez. Alguno de ellos ya no está en la plantilla, caso de Daniel Alves, que desde Barcelona, pendiente de la Liga de Campeones y del derbi de ayer, reparó en su ex equipo para dar el palo pertinente al de Arahal. Ese volumen de críticas también es sintomático del sentir de la plantilla.

Luego este ‘efecto Álvarez’ tiene también sus dosis de ceguera. Los 70 minutos primeros del encuentro de ayer son dignos de la última etapa del equipo con Manolo Jiménez. Podrían haber pasado perfectamente por minutos del partido ante el Espanyol, el CSKA o el Xerez, por ejemplo. Cierto que la última media hora estuvo mejor el Sevilla, y que con ese camino ha de quedarse, pero balonazos sin sentido se siguen dando.

Pero, de todo ello, lo más contundente de este ‘efecto’ es el cambio de rumbo. El Sevilla gana, y ganando será más sencillo conducir a este equipo hacia el camino del buen juego. Esa es la gran verdad del efecto producido por Antonio Álvarez.

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