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Viaje a la paradoja

Como dije anteayer, San Bernardo es en el panorama de la Semana Santa el padre de todos los barrios. De la misma manera que la hermandad de los negros fue la madre de todas las que se formaron alrededor de una etnia...

el 15 sep 2009 / 01:56 h.

Como dije anteayer, San Bernardo es en el panorama de la Semana Santa el padre de todos los barrios. De la misma manera que la hermandad de los negros fue la madre de todas las que se formaron alrededor de una etnia, la del arrabal del Matadero nació no para representar a un oficio ni para estar formada por la clientela de un señor nobiliario: nació de la gente mezclada del enclave -población de morenos y mulatos, gitanos y arrieros condenada al extramuro- porque en el XVIII los frailes buscaban clientes con los que oponerse a la Ilustración, a la mentalidad racional que convertía a Dios en máquina, la caridad en filantropía, las misas por los difuntos en inutilidad.

El suburbio de ideas antiguas defendió a Fernando VII, execró el primer texto constitucional, vitoreó el real absolutismo y, luego, se sumergió en el difícil arte de pasar cada día para volver a resurgir cuando la hermandad tuvo por patrocinadores a quienes desde las capeas del Matadero llegaban a la cumbre de la torería. Ahora, perdida la memoria de aquel tiempo, no se da cuenta que el juego caprichoso del sol y la luna ha hecho coincidir su día de salida, en la víspera del bicentenario de la Guerra de la Independencia, con aquel en el que se proclamó la Constitución de Cádiz. Y aparece la paradoja: ¿por qué aquel texto de progreso es hoy una antigualla y la antigualla de entonces sigue viva hoy?

Antonio Zoido es escritor e historiador

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