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Viaje al barroco sevillano

El recinto acogió ayer la primera jornada de puertas abiertas.

el 08 may 2010 / 18:06 h.

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Jornada de puertas abiertas en el Palacio de San Telmo
José Luis Torres llegó ayer a la puerta del Palacio de San Telmo a las ocho y cuarto. Fue el primero en llegar para hacer cola el día en que se iba a enseñar al público la reforma de este recinto tras cinco años de reforma.

"La última vez que entré fue hace más de 50 años para ver al hermano de mi mujer que era seminarista y veníamos aquí a visitarlo. Vengo porque tenía mucho interés en ver cómo había cambiado con la remodelación", aseguró José Luis.

San Telmo fue mostrado en la primera de las nueve jornadas de puertas abiertas programadas. Estas jornadas, que se prolongarán hasta el 16 de mayo, permitirán acceder al último gran monumento de Sevilla que no era visitable hasta el momento.

Cientos de personas se acercaron a visitar San Telmo ayer. Las visitas se hicieron en grupos de unas 30 personas y se prolongaron durante 50 minutos. José Luis encontró el edificio "muy cambiado y muy renovado. Lo han dejado estupendo, mucho mejor que como estaba. Yo recuerdo la capilla y estaba negra".

La capilla esta ahora refulgente. Es una de las joyas de San Telmo. "El colofón barroco del edificio y la zona más antigua, con su origen en el siglo XVII", explicó uno de los guías del recorrido.

El origen de San Telmo es peculiar y seguía las dinámicas actuales: "Estos terrenos, entonces, estaban a las afueras de la ciudad, cerca del río, y aquí se ubicó la Universidad de mareantes. Tenía que haber estado en Triana, pero allí no se podía instalar por problemas económicos y hubo que buscar suelo barato", añadió el guía.

En el retablo de la capilla está la Virgen del Buen Aire, patrona de los navegantes. La navegación es, de hecho, uno de los dos motivos de la capilla; el otro, la infancia, los niños. Uno de los cuadros representa la escena de Jesús hablando con los doctores en el templo.

La capilla fue finalizada en el siglo XVIII por los descendientes de su arquitecto, Leonardo de Figueroa, y por varios de los más reputados artistas de la época como el pintor Domingo Martínez, el escultor José Felipe Duque Cornejo y el orfebre Juan de Garay.

Años después, el Palacio fue adquirido por los Duques de Montpensier, que hicieron varias reformas que ayer pudieron contemplar los visitantes: sobre todo la del salón de los espejos, al que se le colocaron columnas y construyó una fachada acristalada hacia el jardín exterior para convertirse, muy al gusto francés, en un salón de baile.

Entre el retablo y este salón, el recorrido ofrece pasillos, estancias, zaguanes, patios, muros, restos de un antiguo refectorio, una sala reformada en salón de actos... en un recorrido en el que el Palacio se ofrece con un esplendor de siglos.

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