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Víctimas de la avalancha

Ayer se murieron tres esquiando por culpa de un alud, una palabra inimaginable en Sevilla, donde nunca nieva. Por estas tierras no decimos alud sino alú. Un alú. Aquí le cae a uno encima el recibo del alú, que si no mata todos los meses a un montón de gente, cojas las deja seguro.

el 14 sep 2009 / 22:16 h.

Ayer se murieron tres esquiando por culpa de un alud, una palabra inimaginable en Sevilla, donde nunca nieva. Por estas tierras no decimos alud sino alú. Un alú. Aquí le cae a uno encima el recibo del alú, que si no mata todos los meses a un montón de gente, cojas las deja seguro. O mancas. Dicen los telediarios que este año va a estar todo más carísimo. Deberían decirlo con un mapa del tiempo detrás, que es lo que pega cuando se habla de catástrofes naturales, como los aludes (o alús), sean de nieve o de regalos de Reyes o de tarjetas visa. Dicen que los esquimales conocen cuarenta palabras para denominar el hielo. Nosotros, los sureños, conocemos ochenta y cuatro para llamar a las facturas. La mitad, tacos. A lo mejor esta abundancia lexicológica se debe a que no nos llega para irnos a esquiar, pero conocemos muchas otras formas más proletarias de suicidio. Por ejemplo, la dita. Aquí hay muchos que se matan en tres veces. ¡Ay, si hubiera un botón para apagar el alú!

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