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Vieja Europa, jóvenes europeos

el 16 sep 2009 / 03:37 h.

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El próximo domingo seremos convocados, de nuevo, a participar en una contienda electoral. Se celebran, como sabemos, elecciones al Parlamento europeo. Durante cuatro días, desde el 4 al 7 de junio, los 374 millones de electores de los 27 países miembros de la UE decidirán quiénes ocuparán los 736 escaños del futuro parlamento. Los distintos sondeos, hasta ahora conocidos, coinciden en que estos comicios no han despertado un gran entusiasmo entre la población. Más bien, todo lo contrario. Diferentes razones han intentado explicar este hecho.

La coyuntura actual, la persistencia de crisis económica y la incapacidad para enviar una imagen unificada y eficaz para hacerle frente. O el hecho percibido, y en cierto modo real, de que el Parlamento europeo como órgano de representación, con capacidad legislativa y fiscalizadora, juega un papel muy limitado respecto del jugado por los Parlamentos de los Estados miembros. Ni tan siquiera su última legislatura, quizás la más activa, ha logrado cambiar esta imagen. A pesar de que en él se aprueban Directivas, cuya transposición representan aproximadamente el 80% de la legislación de sus Estados, la población lo siente como una institución distante, poco útil. La razón fundamental: el desconocimiento del papel que desempeña en el ámbito de las políticas comunitarias y de construcción europea. También el rechazo, la apatía, la protesta.

Según los datos de la encuesta realizada por TNS Opinion para el centro francés Fondation pour l'Innovation Politique, el mayor desencanto se observa entre la población mayor de 55 años, aquellos que quizás más empeño pusieron en el proceso de construcción europea. En cambio, los sectores más jóvenes ven el futuro bajo una perspectiva más favorable.

En el tramo de edad de 18 a 24 años el 65% ve a Europa como una oportunidad y el 11% como una amenaza (entre los estudiantes estas cifras suponen el 74% y 8%). Por el contrario, para quienes tienen más de 55 años estas cifras son comparativamente más bajas: el 52% y el 19%, respectivamente. A pesar de ello, es justamente en el segmento de población más joven donde menor interés suscita el proceso electoral, aunque para ellos sea el voto la mejor manera de conseguir que su opinión sea oída. Muy o bastante interesado se muestra sólo el 40% de los jóvenes, frente al 51% de quienes tienen más de 55 años.

También existen diferencias en cuanto a los medios utilizados para informar sobre las elecciones. La población más joven se inclina a favor de los sitios web (46%). En cambio, la población más adulta prefiere los debates televisados con líderes del propio país (49%).

Retomando una metáfora, utilizada con frecuencia, el sector más joven de nuestra sociedad navega en un océano de incertidumbre, abriéndose paso entre oportunidades y riesgos, persiguiendo una cierta autonomía que les habilite para gestionar sus proyectos de vida. Habría que preguntarse si desde los distintos ámbitos políticos, institucionales o mediáticos se hacen los suficientes esfuerzos por conectar con esta realidad.

Doctor en Economía. acore@us.es

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