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Viento en popa hacia Brasil

Pablo Torres será el primer andaluz en participar en la Mini Transat.

el 12 ago 2010 / 19:49 h.

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Pablo Torres está construyendo su propio barco para la regata transatlántica.

Para Pablo es difícil tener los pies en tierra firme. Y no porque ande por las nubes. Más bien por surcar los mares. Este sevillano de 28 años está apunto de terminar su barco, con el que tiene planeado participar en la Mini Transat 6.50. Esta regata transatlántica parte de La Rochelle (Francia) y cruza el Ecuador para llegar a la ciudad brasileña de Salvador de Bahía. 8.350 kilómetros y 30 días de navegación en solitario que la convierten en una de las pruebas naúticas más duras.

Pablo Torres ya navegaba a los 7 años en vela ligera, llegando a ser subcampeón nacional y a pertenecer durante dos temporadas al equipo preolímpico. Pero desde que subió a bordo de la Nao Victoria (de la Expo 92) admite que le "inyectaron el veneno de la navegación". El libro que se leyó de Ellen MacArthur, quien realizó la Mini Transat en el 99, también tuvo mucho que ver. "Me lo leí en dos tardes", bromea. A bordo de la Nao fue jefe de guardia y durante dos años dio la vuelta al mundo en el legendario barco.

Tras licenciarse en 2006 como ingeniero técnico naval y con ese veneno inyectado, decidió transformar su proyecto fin de carrera en El Bicho, un barco de 6,5 metros con el que se lanzará a la aventura transatlántica en septiembre de 2011. Su proyecto era de un barco de producción o de serie, más económicos. Pero cambió el diseño a un prototipo, de diseño libre y dónde se prueban nuevas tecnologías aplicables luego a los barcos de alta competición. Para ello se trasladó a Valencia, donde desde septiembre de 2008 está inmerso en la construcción de su sueño. "He llegado a pasar un invierno en la nave que alquilé para construir el barco. Había que ahorrar dinero", asevera Pablo.

Constancia. Algunos amigos o su padre han colaborado en la construcción de su Bicho. Aunque el grueso, tanto del diseño como de la planificación y construcción se lo ha cargado él. Ha hecho una inversión de 35.000 euros para construir un barco que ronda los 120.000 euros. A sólo un mes de terminar su obra, afirma que tiene "confianza 100% en el barco porque no es fruto de una improvisación". "El sistema constructivo es muy bueno. Si me metía, me quería meter en lo mejor", sentencia. Para ello la Escuela de Ingeniería Técnica Naval de Cádiz ha estado supervisando su proyecto.

Su sistema de construcción se ha basado en un modelo de madera del que ha sacado un molde de fibra de vidrio. Finalmente, de ese molde ha sacado su barco, hecho con fibra de carbono.

No pierde la mirada de su objetivo y no muestra ningún temor ante la regata. "Siempre le he tenido respeto al mar, pero a esto no le tengo miedo", asegura.

Una de las etapas más imprevisibles de la Mini Transat viene cuando se cruza el Ecuador. "Es muy divertido. De repente una nube carga un chubasco y es desesperante. Tienes que encontrar un canal en el que vayas enlazando chubascos y te vienen de cualquier dirección", añade como si hablara de una atracción.

En esta travesía en solitario, dormir será lo más complicado. La teoría marca dormir 20 minutos cada cuatro horas. "Tenemos un piloto automático, pero uno mismo lo llevar mejor", dice. Una radio VHF, con alcance de 10 millas y otra radio de onda media para recibir partes meteorológicos serán su único contacto con el resto del mundo.

Su dieta durante esos días será comida liofilizada, es decir, la comida de los astronautas. No hay mucho tiempo para cocinar, además de la dificultad para hacerlo en alta mar. "A lo mejor me llevo jamón y me pego un homenaje", bromea el regatista.

Los franceses son los reyes de esta regata, que han ganado en casi todas sus ediciones, celebradas cada dos años desde 1977. Algunos españoles ya han hecho historia presentándose a la Mini Transat, como Ana Corbella, Juan Carlos Sanchís, Tony Weijl, Gerard Marín, Joel Miró o Hugo Ramón, los seis españoles que participaron en la última edición en 2009. Pablo Torres será el primer andaluz en participar en esta competición naútica.

Finalizar esta regata sirve como trampolín para otras grandes competiciones como la Volvo Ocean Race. "Es un triunfo llegar a la línea de salida y acabarlo sería una gran satisfacción", dice con amplia sonrisa.

Aún le queda un largo año para poner a prueba su creación, estudiada y reflexionada a conciencia. Está concentrado en cada paso porque esto "más que un trabajo, es una pasión". Y El Bicho por fin surcará los mares.

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