Vivir entre yates de lujo

El joven brenero Martín Magro Millán se gana la vida en Mallorca tapizando yates de lujo. Las claves de su éxito son la formación recibida de sus padres y su gusto por hacer las cosas bien.

Martín Magro Millán trabajando en el interior del camarote de un yate de lujo. Martín Magro Millán trabajando en el interior del camarote de un yate de lujo.

Martín Magro Millán tiene 32 años y lleva el arte de la tapicería en las venas. Era el negocio de sus padres, de los que ha aprendido todo sobre un oficio que ahora lo ha llevado al mundo del lujo y la ostentosidad. Trabaja tapizando yates en Mallorca desde que el amor se lo llevara de su Brenes natal a la paradisíaca isla balear. Allí está descubriendo, además de paisajes y playas de postal, una forma de vida en la que lo más preocupante puede ser si cambiar o no el color del sofá del camarote de barcos que pueden ser tan o más grandes que el piso de cualquier ciudadano de a pie.

Su carrera profesional se fraguó en una tienda de decoración y telas de la sevillana calle Feria donde se venden las piezas al kilo. Durante ocho años fue el encargado de mediciones y montajes de cortinas de todo tipo y tapicerías por todos los rincones de la provincia. Entonces dio el salto al Mediterráneo donde, desde hace tres, lo hace enfocado a la tapicería náutica y de automóvil, los toldos y las moquetas. Todo un mundo con el que disfruta y en el que puede experimentar, mientras trabaja, de lo que se puede sentir viviendo a niveles estratosféricos.

El joven brenero, en la cubierta de un barco. El joven brenero, en la cubierta de un barco.

En su día a día lo mismo tapiza una silla que forra un armario en piel, aunque lo más complicado es tapizar paredes y techos enteros, muy de moda en los yates de mayor lujo. Verdaderas estridencias propias exclusivamente de clientes «con mucho dinero que poseen barcos o empresas que se dedican a alquilarlos y necesitan reformar de vez en cuando». Muchos de esos propietarios son «personas famosas», pero él suele tratar con «el capitán» porque se mueven bastante «en la discreción y la intimidad».

Aún así, reconoce haber tenido algunas aventuras como «estar en la casa del antiguo manager de Michael Schumacher, en un piso del presidente del Bayern de Munich, en un barco de un mexicano dueño de varias cadenas de televisión y en otro en el que estaba el multimillonario empresario Matthias Kühn».

Lo más esperpéntico que ha hecho ha sido «forrar escritorios y armarios en símil de piel de cocodrilo», aunque también disfruta en barcos que «no son de lujo pero que impactan». «Luego están los de más de 20 metros», relata, «que poseen una tecnología puntera, maderas de mucha calidad y mucha piel».

La clave de su éxito es la suma de la formación recibida de sus padres y de su gusto por las cosas bien hechas ya que él mismo se considera «muy observador y detallista», lo que le ha servido «de gran ayuda».

Su cambio de vida le ha llevado a disfrutar «de la playa, mucha playa», como no podía ser de otra forma. No obstante, confiesa echar mucho de menos a los suyos a los que tiene al día de sus trabajos «compartiendo las fotos cuando están terminados». «No pasa un día», confiesa, sin que se acuerde de su familia, aunque afirma sentirse «muy querido». Lo mejor es «que solo hay que coger un avión» para verlos cuando le da «algún bajón» y en una hora está con ellos. Las redes sociales hacen las veces de terapia con la morriña por los amigos. Lo mejor que tiene allí, además de Caty, su chica, es el «espectacular verano» de un lugar con el que muchos sueñan como turistas cuando llegan las vacaciones.

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