Durante los años 80, la figura del belga Wim Mertens -durante cinco años ausente de las programaciones sevillanas- se asoció con el más avanzado círculo de las nuevas músicas. Adscrito a la corriente repetitiva pero con una evidente querencia por la melodía, el compositor e intérprete prosigue hoy defendiendo en sus múltiples directos su singular manera de entender la música y la modernidad.
A Territorios llega en formato de dúo, acompañado por la violinista Gudrum Vercampt. Mertens, siempre parapetado por un gran piano de cola, teñirá de emocionantes sonidos un recital en el que abordará principalmente sus dos últimos discos: Receptacle y Un respiro. No faltará el contrapunto de su voz, de fuerte timbre agudo, y con la que se expresa en un lenguaje inventado, "que suena parecido al francés y al latín pero cuya traducción sólo existe en la imaginación de cada oyente". Y es que para Mertens "la música tiene un punto de partida muy sencillo, luego se proyecta al aire y cuando llega al público, entonces, es éste quien tiene que disfrutar viendo cómo se va creando y funciona, no hay que perder el tiempo en hallarle sentido".
Autor de bandas sonoras como El vientre del arquitecto y Entre dos mares y firmante de un disco mítico como Struggle for pleasure, el compositor, que cumple un cuarto de siglo en los escenarios, sigue siempre el dictado de la intuición a la hora de escribir los temas. "Para mí la voz no es un instrumento sino un órgano que se puede manipular al antojo", ha dicho. Jugando con ritmos insistentes, melodías cercanas al new age y un sentido del tempo íntimamente ligado a la vanguardia, Mertens se ha situado en un terreno arriesgado, inclasificable, en el que sólo él es el maestro.
