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¿Vuelta al lío?

Durante años repudié la alegría que, por estas fechas, respiraban los anuncios de la vuelta al cole. El empeño frustrado de unos grandes almacenes porque compartiéramos su gozo sólo conseguía aumentar la angustia previa al momento en el que debíamos dar la cara de nuevo, enfrentarnos a la vida cotidiana y dejar atrás los diferentes paisajes vacacionales, que -con más o menos recursos- resultaban mucho más placenteros.

el 16 sep 2009 / 07:54 h.

Durante años repudié la alegría que, por estas fechas, respiraban los anuncios de la vuelta al cole. El empeño frustrado de unos grandes almacenes porque compartiéramos su gozo sólo conseguía aumentar la angustia previa al momento en el que debíamos dar la cara de nuevo, enfrentarnos a la vida cotidiana y dejar atrás los diferentes paisajes vacacionales, que -con más o menos recursos- resultaban mucho más placenteros.

Esos spots eran de la misma gran superficie que nos anunciaba la llegada de la primavera, de la Navidad o de otros eventos más merecedores de una expectativa de optimismo compartido. Es obvio que en esto del regreso de todos a nuestros coles no había más beneficio objetivo que el de la propia tienda deseosa de hacer su agosto en septiembre con la venta de uniformes, libros, mochilas, etc.

Creo compartir con varias generaciones de muchachadas el sabor agridulce del agorero anuncio, era y es algo anímico e inevitable. Pero este curso seremos más, tengo el pálpito de que muy pocos se librarán de esa sensación, especialmente en la clase política: Imaginen meter en la cartera una dosis de gripe A, con su poquito de Estatut Catalán y Tribunal Constitucional, añadan un paro persistente por la crisis, o unos bonitos y carísimos trajes mal regalados en medio de varias tramas de corrupción, o un debate sobre la justicia de una subida de impuestos para algunos ingresos, y verán como la mochila les pesa a gobiernos y oposiciones lo suyo.

Ese equipaje sociopolítico se encontrará con una población que, pese a las vacas flacas, en su mayoría ha afrontado el verano con sentido común, sin renunciar a priori a un merecido disfrute, pero adaptando el ocio a sus recursos. Probablemente hará lo mismo en el curso que empieza, a pesar de que el ruido partidista se lo pondrá difícil. Si en vez de aturdirnos recibimos argumentos, si hay confrontación de ideas y si los medios no hacen de su guerra particular un problema social, quizás lleguemos a Navidad con un poco de aire. Entonces entenderemos que esos grandes almacenes y otras burbujas nos anuncien la fiesta por todo lo alto.

Inés Alba es periodista opinion@correoandalucia.es

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